Día de la Educación Inicial

El 25 de mayo se celebra en el Perú el Día de la Educación Inicial. Felizmente, en las instituciones involucradas directamente, en particular las de educación inicial, hacen extensiva la celebración por toda una semana. La arista lamentable es la que corresponde al Estado, este hace gala de su incapacidad, irresponsabilidad y falta de compromiso con los futuros ciudadanos. Todas las estadísticas, lamentablemente, son maquilladas para tapar la cruda realidad que es tan fría como el corazón de los gobernantes, revelando el menosprecio y abandono a su suerte de nuestra niñez: la limitada atención a niños y niñas en edad preescolar; el escaso seguro de salud y, por ende, muchas dificultades de atención en los centros de salud; en los programas reactivos de vacunación que casi en su totalidad están lejos de ser preventivos; la deficiente alimentación y cada vez más casos de desnutrición, etc., etc.
Sin embargo, la luz que brilla al final del túnel es producto del esfuerzo de las maestras que trabajan en cunas, nidos y escuelas a lo largo y ancho del país. Ellas hacen todo lo humanamente posible y no tienen reparo alguno en sacrificarse por el bien de sus estudiantes. La abnegada labor de las maestras de Educación Inicial dice mucho del profesionalismo con que desempeñan su labor. Para ellas, cada criatura es una flor que requiere un cuidado especial. Para ellas, la razón de ser son sus niñas, sus niños, por eso gozan de sus alegrías y sufren cada una de sus penas y problemas como si fueran suyos. Ellas no solo son maestras, a veces son madres y padres, otras veces son psicólogas, a veces llevan la procesión por dentro y se visten de payasos y, en la mayoría de casos, hacen inexplicables “milagros” para atender a sus estudiantes y verlos siempre sonriendo y jugando porque entienden que “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta” como lo afirmó el Premio Nobel Pablo Neruda. Sin embargo, desde el Estado lo único que reciben es el olvido, que más se parece al total desprecio, una muestra de ello es la postergación profesional y económica.
Esta columna, es mi homenaje a todas ellas, valientes personas que atienden a nuestra niñez, en particular a quienes atienden acorazadas de ese gran amor por ella y que elevan a una filosofía de vida la bella expresión: “todo por amor nada por la fuerza”.

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