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¡Déjense de titubeos, con el Comunismo no se negocia!

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Fecha Publicación: 05/10/2021 - 22:40
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“Acabemos con los patrones y hacendados porque ellos ya no comerán más del sudor de los pobres y los campesinos”. Castillo utilizó el mismo discurso trasnochado de Velasco en 1969, cuya Reforma Agraria fracasó abiertamente.

Al igual que el militar, sustenta todos sus actos en la soberanía popular: el verdadero pueblo, necesariamente revolucionario, que al final no es protagonista de nada sino que será el simple receptor del desastre que provocarán estos improvisados comunistas.

Sin embargo, nuestro endiosado ministro de Economía no duda en defenderla. En artículo publicado en Hildebrandt en sus Trece (10/2019), es un fiero paladín de la Reforma Agraria, sosteniendo que entre 1968 y 1975 la producción agropecuaria creció en 2.5% anual y que ésta habría sido un factor clave para que la pequeña y mediana agricultura haya crecido en los últimos 25 años por encima del 4% anual. Para los confundidos, esa es su verdadera cara: un radical de Izquierda.

El gobierno de Velasco causó una pérdida del 10% del PBI por persona que se fue degradando hasta un devastador 50% en 1990. Una fuerte migración del campo a la ciudad en busca de oportunidades y una terrible pauperización, agravada por la gestión del primer gobierno de Alan García y su hiperinflación, era la foto. Dejaron un país en ruinas que ha tomado 30 años levantar.
Este inmenso esfuerzo que hoy se echa por tierra nos llevó a ser una de las estrellas de Latinoamérica.

Los inversionistas se arranchaban nuestros bonos en el mercado internacional, estábamos en boca de las ligas mayores, brillábamos en el índice Fraser y éramos el engreído de las clasificadoras de riesgo. Años de trabajo para construir ese Perú ganador, que hoy parece la simple ilusión de un pasado que está cada vez más distante. Resulta doloroso comprobar que nos hemos transformado en un país fragmentado y sectario, donde a falta de verdaderos líderes y partidos políticos con doctrina y trayectoria, hemos caído en manos de nefastos personajes cuya mejor forma de conexión es introducir el odio en su discurso, ese populismo que divide y es capaz de producir identidades y alteridades.

El Bicentenario ha marcado un hito perverso, trágico. El debate ha sido sustituido por eslóganes y amenazas, el gobierno no responde a los medios, se pronuncia a través del Twitter o en eventos que más parecen actos proselitistas de campaña. Utilizan la propaganda (exitosamente, a través de miles de radios financiadas con dinero público) para gestionar la mentira y crear o destruir realidades.

No son un equipo cohesionado sino lleno de intrigas y con el dedo acusador en alto. Carecen de Hoja de Ruta –pero no en el sentido que quiso darle Castillo para diferenciarse de Humala– sino de ausencia de rumbo. Lo único cierto es que han llegado al poder y no quieren dejarlo nunca.

Todos sabemos que la única solución es la vacancia. ¿No hay los 87 votos? Pues que la oposición designe a un operador que negocie con Martín Vizcarra que es el dueño de las voluntades de Somos Perú. El Partido Morado podría ser más asequible y que algún líder histórico de AP controle a sus huestes. Asumo que Acuña no querrá ser el culpable de la debacle por lo que tarde o temprano se alineará. Todo tiene un precio político, solo hay que saber pagarlo.

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