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Déjame perderme en ti (en memoria a mi hijo Dylan)

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Fecha Publicación: 20/12/2023 - 21:30
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Diversos estudios han determinado que el impacto psicológico que conlleva el proceso de duelo por una mascota es equiparable al que se vive tras la pérdida de un amigo o familiar. A pesar de que es una de las experiencias más dolorosas, tristes y estresantes por las que el ser humano puede pasar en la vida, la muerte de una mascota y el posterior duelo de los padres-tutores, todavía no es aceptado y respetado por la sociedad de la misma manera que cuando se afronta la pérdida de un ser querido, ya sea este un amigo o un familiar.

El enorme impacto emocional y anímico que provoca esta amarga experiencia producida por la ausencia de ese animal quien nos ha hecho verlos como hijos. El departamento de ciencias animales de la Universidad de Hawái señala que el 30% de los tutores sienten dolor durante al menos seis meses o más y que para el 12% supone un suceso muy traumático. Algo que se acrecienta, sobre todo, cuando ves a tu hijo sufrir. Es lo que yo he vivido hace más de una semana, tomar la decisión más importante de mi vida, por quien me inspiró a sumergirme en el Derecho Animal, quien vivió conmigo casi 16 años, mi hijo, mi compañero, mi luz de cada día. Me queda saber que durante casi 3 meses luché por su vida, entre fluidoterapias, análisis, y un gran médico el DR. MV. RODRIGO RONDÓN, mi hijo se recuperó al 80% pero la edad avanzada que tenia produjo un retroceso que no esperaba y hasta en emergencia seguíamos luchando por DYLAN, sin embargo, el amor que le tengo y nunca se irá de mi alma hizo que yo quiera sentir el dolor y no él, es por ello que tomé la decisión de la eutanasia frente a un diagnóstico irreversible.

El proceso de duelo puede oscilar entre los seis meses y un año, muchas investigaciones indican que dicha muerte produce una incapacitación emocional en un 12% de las personas que puede desembocar en patologías psicológicas y producir síntomas físicos y emocionales como problemas de sueño, pérdida de apetito y sensación de que “algo dentro de ellas ha muerto”. Es cierto, se siente un agujero en el pecho, un dolor como si hubieras rodado mil escalones, y a la vez un agradecimiento hacia ese ser sintiente que te protegió tantos años, que estuvo en alegrías y tristezas, y por el que aprendí a respetar y amar la vida animal, ahora tengo una gran responsabilidad, tengo que ser fuerte, pues tengo a Romy, la hermanita de Dylan y ella necesita a una madre fuerte que se une sus piezas de rompecabezas a diario para poder darle paz. Mi hijo Dylan falleció el 7 de diciembre por la tarde, y fue cremado en el Biocrematorio MIS ANGELITOS, ahora lo tengo en una urna junto a mi padre. ¡Su ausencia es excesivamente fuerte, pero existe empatía y entendimiento de mi familia, pues es para toda una pérdida irreparable, todos amábamos a Dylan, descansa hijo, ya estas en la tierra de la FANTASÍA junto a tu abuelo, donde algún día nos encontraremos, ¡gracias por haber sido lo mejor que Dios me ha dado en la vida!

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