Debate necesario

La compleja coyuntura nacional, exige la mayor discusión pública en cuanto escenario, palestra, auditorio o medio sea posible, llámese la prensa, redes, la misma calle o donde fuere. Cuando las encuestas y las corrientes de opinión arrojan que la gestión de poderes del Estado como el Ejecutivo y Legislativo son rechazados –por no decir, repudiados– por más de ocho de cada diez peruanos de los diferentes estratos socio-económicos, toca a la ciudadanía, individual o colectivamente, expresar y manifestarse democráticamente evitando que el urgente diálogo y la confrontación de ideas sea cancelado o resulte infructuoso por posturas y mentalidades con anteojeras ideológicas e intereses subalternos como viene ocurriendo.

Si algo obliga y garantiza el Estado Constitucional que, con sus más o menos, aún subsiste en el país, es el deber de debatir y controlar al Gobierno y Parlamento de turno contribuyendo a la participación ciudadana en todas sus manifestaciones y evitando que quienes representan los intereses del pueblo sea por elección, nombramiento o designación, ejerzan el cargo y función como les venga en gana o inconstitucionalmente.

Es evidente que cuando Ejecutivo y Congreso tienen niveles de rechazo y desconfianza absolutamente mayoritarios aunado al fracaso estrepitoso de la intermediación política debido al descrédito de los partidos, organizaciones regionales y locales con dirigencias incapaces de liderar la movilización democrática y la propuesta de consensos mínimos, lo que la crítica hora actual exige es que todo ciudadano, de capitán a paje, al menos, alce la voz y a través de los medios de comunicación, colabore con su grano de arena a alcanzar la solución de los grandes problemas que golpean gravemente al Perú.

Está visto que quienes administran y legislan la Patria en la actualidad –por no meternos en otras honduras– no se encuentran a la altura del mayúsculo reto institucional, pero es lo que hay al momento y la cosa se agravará si la ciudadanía se mantiene de costado, pasiva, enfrentada y desunida tal como anda, en vez de contribuir activa y democráticamente al debate y solución de la crisis política, económica y social que sacude a la Nación. Debatamos y reaccionemos y no dejemos que se eche más gasolina al fuego. ¡AMÉN!

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