De tumbo en tumbo
Un buen amigo abriga la esperanza de que el presidente Castillo se emancipe del inefable Vladimir Cerrón y adláteres –vaya desgracia del Perú con los Vladimiro- y que lidere un gobierno de izquierda democrática en vez del nefasto y fracasado socialismo marxista-leninista que propugna el prontuariado exgobernador regional castrista. Sostiene que ambos no son gemelos en su radicalismo y que una primera señal fue el cambio en Cancillería de un ministro exguerrillero impresentable por un embajador en retiro honorable y demócrata. Insiste en que los frustrados reemplazos ministeriales que debieron darse en otras carteras resultaron un tanteo de fuerzas y que se producirán cuando la pugna de poder Castillo-Cerrón se dirima en favor del ocupante de Palacio o lo que es lo mismo cuando Castillo decida ser jefe de Estado y no la especie de testaferro elegido para que en cambio gobierne de facto un usurpador. Suena bonito pero los días pasan y no hay más indicios en esa dirección ni los antecedentes ayudan. Al contrario, el país continúa en un desgobierno con la cabeza ensombrerada del Ejecutivo dando tumbos aquí y acullá. Pruebas al canto.
El que funge de premier pide la renuncia al ministro de Trabajo tachado de militante senderista requisitoriado por terrorismo “y no habido” desde años atrás. Éste lo desaira y pone su cargo a disposición del mandatario Castillo, quien hasta ahora se sale por la tangente o guarda silencio. Una vergüenza. Confiamos que la oposición en el Congreso corregirá el desaguisado interpelando y censurando al ministro de marras y ya veremos quiénes más siguen. La ejecución de la política general del Gobierno no inspira confianza y menos la macroeconómica cuando ni siquiera se ha ratificado al presidente del BCR y renovado debidamente a su directorio. Consecuencias: fuga de capitales por más de US$ 14 mil millones; creciente devaluación del sol; la mayor inflación en doce años; paralización de la inversión privada y rebaja de la calificación crediticia del Perú con el consiguiente aumento del riesgo país en medio de la peor crisis sanitaria, económica y social.
Ojalá nuestro amigo pudiese tener razón, pero visto el panorama el costo para la Nación mientras lo vamos averiguando es demasiado alto para soportarlo. ¡AMÉN!
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