Cuenta regresiva
Los hechos ocurridos en la última semana, no dejan duda. El desgobierno castillejo –nos negamos a denominarlo como otros “castillista” por respeto al Gran Mariscal Ramón Castilla- empuja al país cada vez más cerca del abismo y con ello no sólo prosigue destruyendo la institucionalidad democrática y estatal sino que, como pasa con cualquier animal herido, hará lo que fuere necesario para sobrevivir en medio de su nefasta ineptitud y corrupción medrando hasta pulverizarlos todos los recursos y ahorro públicos acumulados en los treinta últimos años. Pruebas al canto.
El imputado e incapaz ocupante de Palacio alardea desafiante que se quedará hasta el 2026 porque su imaginario pueblo lo respalda y éste se movilizó en la fantasmagórica “Toma de Lima” pasada. A otro con ese hueso. La variopinta marcha de marras no juntó ni 5,000 caminantes con intereses y ambiciones dispares que, en su mayoría, utilizaron a Castillo como mascarón y resultó patética frente a las decenas de miles de peruanos que, poco antes, gritaron al unísono “Fuera, Castillo, Fuera” y que este 20 de noviembre próximo volverá a las calles hasta que se vaya. La soledad de este impresentable Régimen es tal que quien funge de Presidente únicamente puede balbucear en ralos mítines armados con sus portátiles y el dinero del Fisco pero huye de todo escenario público donde la verdadera nación lo tacha y censura al punto que ni se atrevió a aparecer en la última CADE en la que le cantaron sus verdades las titulares del Ministerio Público y del Poder Judicial y el Empresariado de toda condición que es el auténtico motor del crecimiento y desarrollo nacionales.
Alguien, a modo de consuelo, sostuvo que este remedo de gobierno, por lo menos, no es marxista o socialista y “ tendría legitimidad de origen”. Supongamos que es cierto lo último y que aún no es lo primero dado su absoluto caos y división ideológico-política, lo concreto es que es de tal grado de incompetencia y corrupción que resulta indispensable encontrarle cuanto antes una salida constitucional por decirlo finamente.
El Congreso tiene en estos días la palabra y la ciudadanía demócrata del Perú TAMBIÉN. ¡AMÉN!
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