Cristofóbicos
Poco interesa qué fe profeses o si profesas una, pero si no te indignas cuando queman un templo es que la libertad de credo no va contigo. Quizás no eres anarquista ni radical ni comunista, pero más tarde, cuando vengan por ti, no me culpes si soy tibio, tú tampoco estabas allí cuando me arrancaban los dedos. No necesitas ser cristiano para indignarte, lo harías igual librepensador si quemaran una mezquita o un tótem.
¿Por qué queman templos? Por las mismas razones históricas que pintarrajean o remueven las estatuas de Colón o de quien represente la tradición hispano cristiana o el pasado. Bueno, si los antiguos peruanos sacrificaban humanos, ¿moleremos huacas? Puedo no pensar como mi protegido, pero pondré en mi cinto el arma para defender con él sus ideas si es atacado, porque de eso se trata ser liberal. Si eres cristiano tienes más razones para protestar y ser la reacción a esa estupidez manifiesta de creer que la quemazón o la persecución destruyen la fe. Si leyeras historia sabrías que el martirio robustece, que el dolor engrandece y llama a aliados, porque la intolerancia rabiosa no seduce, hiere, no tiene argumentos, no convence por más que venza, ya lo decía Unamuno.
¿Hay cristofóbicos actualmente? Los hay, los hay también pasivos, de esos que dicen ser cristianos y jerarcas, pero guardan silencio frente a las arremetidas de la intolerancia contra esa Iglesia que dirigen y, teóricamente, protegen. Los hay activos, que juzgan la historia desde el presente y el presente desde su propia necesidad. A nadie le gusta la idea del pecado, tampoco (como Nietzsche) superponer a la vida una supuesta trascendencia a la que debemos someternos, restando al propio goce y poder. No creerás, pero respeta. Alguna vez quise convencerme de esa historia y tomé el libro de Fernando Vallejo (La puta de Babilonia), pero se me resbaló porque destilaba más odio y prejuicio que historia. Quien no entienda de fe irá a la letra o al margen, pero no a la sustancia que es Dios, Dios en mí, Dios en ti.
Dado que no es del columnista hacerla de sacerdote ¡Iluminado, ¡fuera para atreverse!, no hay razón más idiota para ir contra la fe en su esencia que la intolerancia y no hay excepción moral más notable que combatir al intolerante con la intolerancia. Así que cuando quemes un templo, avisa primero, estaré esperándote en la puerta.