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Correctores de textos

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Fecha Publicación: 28/10/2021 - 20:30
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Si existe una labor solitaria, extraña y hasta perturbadora, es la de los correctores de textos. Un sujeto que puede pasar horas sentado frente a un monitor, tecleando, leyendo, corrigiendo, definitivamente no forma parte de las élites que se toman respiros para descansar.

Incluso, hemos desarrollado la sensación de disfrutar el encuentro con el error. Y los vemos en todos lados, cuando salimos, cuando vemos televisión, cuando leemos los anuncios en las calles. Ese masoquismo verbal se convierte en parte de nuestras vidas, en un goce que va más allá de saber respetar las normas del idioma.

Entonces, entendemos que revisar textos es una labor de cacería. Quien se ha entregado a esta forma de vida, entiende que puede vivir agazapado durante horas hasta encontrar el error, corregirlo, releerlo y recién sentirse satisfecho con la pulcritud.

No existe una carrera en la universidad que nos profesionalice como correctores de textos. En realidad, quienes nos dedicamos a esta labor estudiamos alguna carrera relacionada a las letras y, casi siempre, por casualidad (o por necesidad) terminamos en estos líos de nuestro idioma. Sin duda, es necesario tener un acercamiento a la lectura, a la escritura y, sobre todo, a las reglas del español; sin embargo, la cuestión va más allá de conocer las normas gramaticales.

El corrector de textos debe ser coherente, prudente y debe pensar a través de los ojos de otros, de esos autores que quisieron decir algo, pero que algunas veces terminaron en un laberinto, cuyo camino ahora es necesario recorrer.

Y, por cierto, disfrutamos de iniciar ese recorrido. Con la práctica, generalmente, encontrar la salida es sencillo, pero a veces puede complicarse a instancias que nos hacen dudar, incluso, de nuestra comprensión lectora. Leer y no entender lo humanamente corregible es un dilema por el que hemos pasado alguna vez.

Cuando una persona me pide que corrija su trabajo, así, por amistad, porque “nada me cuesta” o porque, según ellos, es solo un trabajo de colocar tildes y comas, entiendo que la labor del corrector de textos ha sido desvalorada y necesita una reivindicación.

Es un tema complejo y urge pensar que este es un trabajo y no un pasatiempo. Ahora mismo, mientras termino esta columna en la madrugada, acomodo la silla y abro los archivos pendientes que tengo por corregir. Somos noctámbulos, sin duda. La labor de cacería comienza cuando los otros han dejado expuestos los errores para que puedan despertar y sean atrapados en el silencio.

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