Contra hemisferios
En el libro de Cristina Castillo las palabras todavía están calientes, sudorosas, aún continúan sacudiéndose de ese viscoso humo impregnado que intenta atarlas a la tinta fresca con la que fueron aglutinadas, punto a punto, línea a línea, sueño a sueño, letra a letra, a lo largo de muchos años, desde que ella felizmente descubrió la belleza de un poema, desde que ella entendió que “la belleza complace a los ojos y la dulzura encadena el alma”, tal como lo escribió Voltaire.
Sus poemas hacen referencia a los eternos segundos que uno permanece en los zapatos de quienes sufren, y sufren tanto porque el corazón les pesa mucho y es imposible levantarlo y colocarlo en su lugar, aunque ya no haya espacio para él. Pocos saben que el secreto para salir de estas emergencias es internarse en algo más humano, en ese lejano y huidizo sentimiento donde apenas se puede respirar profundo. Eso explica la profundidad del mensaje de sus poemas, que están a la altura y semejanza de lo que uno imagina sobre lo que es la belleza construida con palabras, tan igual como lo imaginó Leonardo da Vinci cuando inmortalizó en obras y en letras que “la belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”.
Para todo ello, seguramente Cristina Castillo normalizó en su vida un estado especial, de continua reflexión, para alcanzar a divisar la luz al final del túnel. Es así cuando de por medio están horas y horas de comunión con la lectura y el imaginario de la vida. Esa es una labor mucho más complicada que lograr dar un par de vueltas a la llave de una puerta cerrada para que permanezca muda incluso en horas de emergencia, porque para ello se requieren muchas horas de práctica: es el devenir de los poetas que han dejado y van dejando huellas.
En “Contra hemisferios” uno encuentra evidencias de que no todo es dividir, no todo es hacer pedazos. Sabemos que muchos disfrutan haciendo añicos todo. Pero, aquí está nuestra poeta quien tiene el mérito de zurcir finamente, con milimétrica precisión, versos para que transiten por las diferencias, incluso por los antagonismos en cuyos extremos ha encontrado muchos puntos en común a tal extremo que demuestra que es posible lograr una unidad a pesar de todas las diferencias.
Celebro la llegada de este bellísimo libro con la seguridad de que la palabra tiene larga vida a pesar de que muchos quisieran verla muerta.
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