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Contaminación política

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Fecha Publicación: 29/07/2025 - 22:00
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A un par de días del último Mensaje a la Nación de la Sucesora Presidencial –omitimos, por ahora, el comentario de la flamante y polémica Mesa Directiva del Congreso–, solo cabe esperar que, al menos, el mensaje de marras cumpla formalmente con lo dispuesto por la Constitución y no sea el retórico sermón del año pasado con más ruido que nueces. A ver, doña Dina, ya de salida –al fin–, si no desperdicia la oportunidad de ganarse algunos puntos que tanta falta le harán al bajar al duro llano y enfrentar el veredicto del país que le aguarda el año próximo.
Manteniendo el escepticismo sobre lo bueno que quede de este malhadado régimen de turno, resulta lamentable que en plena campaña preelectoral ya ni siquiera los trenes de Porky tengan la mínima esperanza de empezar a rodar este año. Más allá del surrealista pleito entre el alcalde metropolitano y el discutible ministro de Transportes y Comunicaciones (MTC), lo cierto es que la inevitable contienda política muestra su peor cara, infectando la ejecución del indispensable proyecto ferroviario Chosica-Lima y perjudicando las legítimas necesidades de la ciudadanía.
Tratando de ser lo más objetivo posible, la gestión proactiva del burgomaestre capitalino que logró obtener la donación de diecinueve locomotoras y noventa vagones coche a fin de brindar a los sufridos limeños un servicio de transporte terrestre decente, solo merece el aplauso. Es verdad que, para hacer esto realidad, deben superarse requisitos técnico-legales, pero nada de ello cuestiona la valiosa iniciativa que nunca se le ocurrió al burocrático e inoperante Estado nacional. En cambio, el titular del MTC, sin desconocer que lleva administrativa razón en materia de las obligaciones regulatorias y operativas pendientes, ha preferido reaccionar mezquinamente de acuerdo con los intereses subalternos del partido del que depende su cargo, condenando el plan ferrocarrilero al injusto sueño de varios años. Una vez más, la proverbial y malsana lucha cainita entre peruanos arruina y posterga el inicio de otro proyecto de progreso y desarrollo.
En medio de la acalorada disputa preelectoral, parece poco lo que puede buenamente augurarse. Confiamos en que el alcalde López Aliaga, recurriendo a menos adjetivos y más sustantivos, no ceda en su propósito, para el que cuenta con el mayoritario apoyo de la población limeña. Al transitorio ocupante ministerial del MTC, recordarle que en el escaso tiempo que le queda, más que servir a su repudiable jefe partidario, se debe al Perú y a su bienestar. ¡Amén!

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