Consejos de escritor

Escribir es una labor compleja. Quienes nos dedicamos a ello, seguramente, hemos tenido que pasar el temor de la página en blanco. Esa, con seguridad, es una de las preocupaciones que más puede hacer dudar a un escritor de su capacidad de creación. Por ello, quienes se inician en la escritura y desean aspirar a escribir recurren a consejos de quienes ya hayan pasado por esa aventura. El problema está en elegir bien. Es decir, no siempre alguien que escribe dará los mejores consejos. A veces, incluso, es cuestión del azar.

Seguramente, en algún momento hemos buscado consejos de escritores. La situación se complica cuando no calan dentro de nuestro patrón de escritura. Y es cierto, querámoslo o no, terminamos teniendo un patrón que nos orienta, nos define, y que, finalmente, se vuelve en una forma de identificarnos. Entonces buscamos a los grandes, a esos escritores que en algún momento significaron una forma de apasionarnos por la literatura y que, por cierto, admiramos.

A propósito de ello, en Internet circulan innumerables consejos y decálogos que podrían ayudar de alguna manera. Si bien no siempre estamos seguros de su originalidad o si se tratan de textos apócrifos, a veces podrían servir de brújula para un escritor que quiere iniciarse en la escritura. Claro, eso no tiene nada que ver con el talento o la vocación que deja de lado cuestiones normativas. Está claro que escribir es mucho más que eso.

Por otro lado, muchos no comparten la idea de seguir una receta para escribir. Y, es cierto, no necesariamente hay alguna que lo permita y la perfeccione. Sin embargo, si pensamos en referentes, es importante rescatar los consejos –apócrifos o no– de Gabriel García Márquez, uno de los más grandes de la literatura hispanoamericana: (1) Es más fácil atrapar un conejo que un lector. (2) Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo. (3) No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo. (4) El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar.

Finalmente, todo termina siendo un proceso de lucha, de constancia y, sobre todo, de vida. Tomar los consejos o no es una cuestión de decisión, pero la vocación va mucho más allá de ello. Como diría el mismo Gabo: hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad.