Congreso: origen de demasiados males
Si hubiera un concurso de ineptitud entre las entidades públicas, muchísimas se pelearían el primer puesto e increíblemente el MEF podría quedar entre las finalistas. Inaceptable que el equipo de Contreras no haya enviado a la Comisión de Economía, un informe sólido y contundente que respalde la prórroga de la exoneración del Impuesto a las Ganancias para las transacciones realizadas en la BVL o, ¿la exigencia de mayor información se trató de un excesivo celo de los congresistas Paredes (Partido Morado luego Cambio Democrático) y Anderson (Humalista, Podemos Perú del incalificable Luna Gálvez, hoy no agrupado) por encargo? Saltimbanquis ambos.
Algún sustento presentó el MEF para acreditar los beneficios: indicó que este año había 237,000 inversionistas minoritarios participantes, cuyo número podría duplicarse con creces al 2030, complementado por CAVALI que celebró 150,000 nuevas cuentas. Información pobre e insuficiente. Este tema, lamentablemente, dormirá hasta la nueva legislatura y quizás ni lo pongan en agenda. El nada confiable Soto tiene pasivos que negociar y siempre sucumbe a los caprichos de su jefe Acuña. Imposible preverlo con certeza, pero lo que si queda claro es que el MEF se lo debe al país y a los inversionistas, a los que vive prometiéndoles estabilidad y confianza.
Para más inri, el proyecto recién fue presentado por el presidente de la Comisión de Economía, a fines de noviembre, y no hacía extensivo el beneficio a las personas jurídicas (supuesto eliminado desde el 2023), cuando más se requiere la capacidad económica de las empresas para inyectarle liquidez al mercado bursátil e incrementar su capitalización. No solo lo hacen tarde, sino mal.
Además, es clarísimo que se ha creado un desequilibrio entre las alternativas de ahorro, pues se está penalizando a aquellos que prefieren bonos o acciones, frente a los que optan por el sistema financiero. Se necesita una homologación tributaria URGENTE entre ambos mercados, las asimetrías solo generan distorsiones y discriminación. Y, por si fuera poco, nuevamente nos ponemos en riesgo de ser reclasificados como Mercado Frontera y que ocurra un nuevo drenaje de liquidez. En el 2021 nuestro país sufrió la mayor fuga de capitales de los últimos 50 años, equivalente al 7.4% del PBI.
El MEF va dando de tumbos, está manejando la economía con los pies. Hay tanta incertidumbre que los analistas pueden opinar cualquier cosa sobre el 2024: desde un BCR que pronosticó un crecimiento del 4% en una reciente presentación en Londres, hasta Moody’s que también es optimista y predice un 2.7% pasando por un moderado IPE que lo sitúa en 1.9%. Todos son aprendices de mago y sacan el número del sombrero. El 2023 ha sido nefasto; se rogaba por un 0% pero será negativo. El MEF ha demostrado una absoluta incapacidad para generar confianza, se necesitan cambios urgentes en el equipo económico.
Contreras ha expresado que quiere fomentar la repatriación de capitales. En el Perú es un arma de doble filo porque podría constituir una puerta abierta al lavado de activos ya que –seguramente como en el 2017– mucha de la renta no declarada tendría que sustentarse con una comunicación con carácter de DJ y con una Sunat sin mayor capacidad de fiscalizar. Además, se dio a fines del 2016, cuando aún se albergaba mucha esperanza en el gobierno de PPK y, con el propósito de obtener transparencia y convertirnos en un país confiable para el intercambio de información financiera y tributaria. La verdadera razón: más dinero y la malsana obsesión del Perú por ingresar a la OCDE.
Hoy los escenarios son totalmente distintos. Nadie querrá traer su dinero en tiempos de incertidumbre y turbulencia política, con un impuesto a las ganancias de capital y una administración tributaria persecutoria. Hay mercados mucho más atractivos y baratos. Entre el Congreso y el MEF están destruyendo toda nuestra competitividad.
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