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Catástrofe en el Támesis

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Fecha Publicación: 08/07/2024 - 22:20
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No existen antecedentes de una derrota electoral tan catastrófica de ningún partido inglés durante todo el siglo XX. En la Cámara de los Comunes tenían 346 representantes, hoy posiblemente apenas 131 de un total de 650.

En principio, la tradicional tendencia hacia el bipartidismo que impone el sistema de mayorías, parlamentarismo con uninominalismo, hace que bajo el toldo denominado Conservative and Unionist Party, se cobijen diversas tribus políticas de distinta perspectiva ideológica: conservadores, liberales, libertarios, conservadores/liberales, progres/liberales; y con diferentes posicionamientos de coyuntura: pro y antibrexit, euroescépticos, unionistas o soberanistas jurídicos, pro y antiaborto, etc.

Por ello, se necesita una personalidad brillante y carismática para ilusionar a todos con la seguridad de una victoria electoral que abra la posibilidad de concretar, de algún modo, las necesidades e intereses de cada una de las tribus. El mejor ejemplo siempre será Margaret Thatcher, pues todos los demás han sido y serán comparados con ella.

El último en resistir la medición fue David Cameron, que logró en 2010 una victoria sobre el entonces decadente laborismo del osco Gordon Brown. Pero Theresa May, Boris Johnson, Elizabeth Truss y Rishi Sunak no exhibieron liderazgo y, peor aún, permitieron que el partido pierda su identidad al asimilar postulados de la izquierda liberal y “progresista”, en la creencia que debían someterse a la “modernidad”. Abandonaron los valores de las clases medias, a pesar de que Thatcher hizo del antiguo partido aristocrático el “partido de los bodegueros” al ser ella misma “la hija del tendero” a decir de sus ácidos condiscípulos de Oxford. Aumentaron irracionalmente el gasto público, permitieron la sobrerregulación, asfixiaron los negocios con barreras burocráticas, y permitieron que su economía dependa de las directivas de Bruselas.

En lo social, adoptaron sin ambages la ilusión del multiculturalismo, la migración ilegal musulmana por cuotas establecidas en Berlín, la agenda de lucha de sexos LGTB, las mutilaciones quirúrgicas y hormonizaciones a niños autodeclarados “trans” sin que sus padres o psicólogos puedan guiarlos o evaluarlos.

A todo ello se sumó el Brexit, que entusiasmó a la mitad del partido tory e incluso aparte del laborismo. Ese nuevo factor terminó por descomponer al partido de gobierno, incapaz de elaborar una verdadera estrategia de salida de la UE y dar garantías a los trabajadores e inversionistas.

Esto nos deja una valiosa enseñanza, pues en pleno auge de las derechas en Europa el partido conservador más antiguo es vapuleado en las ánforas por haber fallado en el manejo de la economía y por haber buscado la aceptación de la izquierda, su eterna enemiga.

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