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Castillo por la boca muere y nos mata de vergüenza

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Fecha Publicación: 17/05/2022 - 22:50
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En una sociedad como la peruana, la tolerancia no es una virtud sino una descarnada cómplice de la apatía y el conformismo, y no me refiero a la tolerancia política o ideológica que tanto preocupaba a John Locke, sino a la condescendencia con la corrupción y la mentira.

Es indignante que Castillo haya subido su aprobación en 3 puntos (Ipsos, El Comercio 15/05/2022) desde que quedó en evidencia el vergonzoso plagio del 43% de su tesis de maestría, pero más sorprendente aún, que un 29% de peruanos -un bloque inamovible- lo apoye incondicionalmente. Están en contra de la vacancia, la renuncia, el adelanto de elecciones o cualquier vía que le impida concluir su mandato. Este respaldo incondicional, casi dogmático, solo puede venir de una misma identidad cultural, de un sentido de pertenencia, gente que a pesar de los defectos y carencias se ve perfectamente reflejada en él. Habrá muchos escépticos respecto de las encuestas pero, aun así, son un claro indicador del grave problema que enfrenta el país y que se repetirá consistentemente en las urnas. No estoy tan segura de que mejoras en el sistema educativo cambiarían este comportamiento electoral. La visión identitaria está muy arraigada, especialmente en el Sur donde siempre votan en contra de Lima.

Además de sus innumerables despropósitos, este gobierno lleno de clichés como “al pueblo no se le puede amordazar” o el “poder constituyente de la ciudadanía no puede verse doblegado por una decisión del Congreso” está buscando resucitar el proyecto de referéndum para convocar una Asamblea Constituyente. Sin embargo, no están solos. Esta necedad está siendo apoyada por la presidenta de la Comisión de Economía Silvia Monteza, otra congresista desubicada que le hace el juego a la Izquierda, con una penosa gestión de exabruptos populistas que han terminado de perforar el sistema privado de pensiones y contribuido a acelerar una ya descontrolada inflación.

Sostiene que la actual Constitución responde a circunstancias de grave crisis económica, terrorismo y narcotráfico por lo que se requería brindar facilidades para atraer a la inversión privada, pero que ahora son otros tiempos y se tienen que hacer ajustes. Esta señora está desconectada de la realidad. Hoy estamos en un trance económico galopante y el narcotráfico está más vigente y boyante que nunca.

¿A qué ajustes se refiere? ¿Quiere regresar a los penosos tiempos del Estado empresario? Aunque a sus 54 años ha vivido y sufrido la desastrosa gestión de las empresas públicas, el déficit y la escasez, no es necesario irnos tan atrás: Petroperú está en quiebra. Mediante DU se le acaba de dar un apoyo financiero transitorio por US$750 millones, a pesar de que carece de toda capacidad de pago. Y es que a ningún burócrata dorado le interesa cuidar costos, calidad y productividad. No podemos volver a ese horroroso escenario de ineficiencia y dispendio. Lo dijo claramente Carlos Paredes, expresidente de esta empresa en “La tragedia de las empresas sin dueño”.

Las Constituciones, como todo texto legal, envejecen y son perfectibles, pero querer destruir el modelo económico que ha funcionado muy bien durante los últimos treinta años y nos ha permitido revertir índices de pobreza y subdesarrollo alarmantes, no se puede permitir bajo ningún concepto. El Estado debe mantener su rol subsidiario por razones de interés público o manifiesta conveniencia nacional y nada más.

Lamento lo desprestigiado que está el Congreso, pero con gente tan poco lúcida como Monteza, no me sorprende una desaprobación del 82%. Se la han ganado a pulso.

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