Castillo: el inimputable que nos roba el país
Soy muy escéptica respecto de los sondeos, no solo porque muchas veces suelen inducir las respuestas, sino porque pueden ser un instrumento perverso para provocar errores y falsas percepciones, especialmente los últimos días de una carrera electoral. Sin embargo, a pesar de sus deficiencias hoy es la mejor herramienta que tenemos para medir la gestión de Castillo, y no guiarnos por nuestras emociones o deseos. Según encuesta de Datum publicada por Peru21 el pasado lunes, Castillo tiene una aprobación del 23%, básicamente en zonas rurales (que esperan la urea y los bonos desesperadamente) y en el Sur que odia a Lima. No me sorprende. Son los que toman el corredor minero Cusco – Apurímac y que esperan vivir del chantaje a la minería.
El Gobierno no sabe cómo imponer el imperio de la ley a sus votantes después de tantas absurdas promesas incumplidas. Un pueblo desilusionado que realmente pensó que se volvería rico, o accionista de las empresas en las que trabajan o, peor aún, de las que colindan, al mejor estilo del Velascato, o que se despojaría al que tiene, en su beneficio. Fueron vilmente engañados por el ocupante de Palacio. Hoy esa desilusión es uno de los principales detonantes de la conflictividad social.
Castillo salió de su inaceptable mutismo y brindó una entrevista –conversada al milímetro por supuesto- al periodista Julio Navarro de la estatal RTPE. ¡Penosa! Dejó al descubierto todas sus carencias y degradación moral. Confesó que el nombramiento de ministros se hace sin evaluación previa, simplemente confiando en su palabra, sin importar que sean pandilleros, cuestionados o prontuariados, solo privilegiando que tengan capacidad de lograr avances en su sector. ¿Que roben, pero hagan obras? O simplemente que solo rapiñen porque como son simples fusibles, no les da tiempo para hacer nada más. Llenarse los bolsillos es su prioridad, el resto son detalles. Dos licitaciones exprés y ya se aseguraron. Más de 50 ministros y 25 mociones de interpelación en 10 meses de gobierno y no necesariamente cuestionados por incapacidad profesional sino por la podredumbre que los rodea.
Sorprendió a todos cuando manifestó que sentía orgullo de haber obtenido una maestría: “Me siento feliz por haberla encaminado con mi propio sudor”. Luego que periodistas de investigación han determinado que más del 50% de su tesis es un vergonzoso plagio, lo cual está en investigación a pesar de la oscura complicidad de la UCV, resulta una absoluta falta de respeto que le siga mintiendo al país. Es un perfecto inimputable, vale decir, una persona que no es capaz de comprender la ilicitud ni magnitud de sus delitos.
Estamos mal, no nos engañemos. Aquellos que pregonan que nada pasa, salgan de su burbuja; el país no es un distrito. La recuperación y la resiliencia suenan bien como cliché y para ocultar que la actual gestión nos está llevando a la ruina. 23% es una aprobación demasiado alta para una red criminal, presidida por un inimputable. Como afirma Cipolla en su teoría de la estupidez, “el mundo siempre infravalora el número de estúpidos en circulación”.
No podemos claudicar a nuestros principios. Con gobiernos corruptos no puede pactarse ni buscarse fórmulas intermedias como un nuevo gabinete. La solución es y siempre fue la vacancia. Celebro que el congresista Edward Málaga lo haya vuelto a poner sobre la mesa, ahora le toca liderar la modificación del Reglamento de Congreso y obtener los votos. La ciudadanía, valiente y comprometida, no dejará la calle. Es clarísimo que la reconstrucción del país empieza con la salida de este gobierno… y se logrará.
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