Castillo con los días contados, la calle inflamada debería sacarlo
El país está en llamas, absolutamente encarnizado, la convivencia social se está volviendo insoportable, no hay ningún principio de autoridad, ni esperanza de lograrlo con instituciones deslegitimadas y serviles al poder. Ningún presidente reciente ha actuado con más desdén por los procedimientos constitucionales y la ley que Pedro Castillo.
La inconsistencia de su palabra y de su criterio lo vuelven un personaje vulnerable y de peligro para un país que desesperadamente busca un norte.
La indignación es fuerte, la subida de precios y carestía ha sido muy repentina. La inflación ya aumentaba, pero en marzo alcanzó un pico de 1.48%, la más alta en los últimos 26 años, muy por encima del rango meta fijado por el BCR. Es un problema mundial que ya se venía arrastrando desde la pandemia y que se ha visto agudizado por la guerra. Hubo paros de transporte y presiones por reducción de impuestos a los combustibles en muchísimos países; la gran diferencia con el Perú es la preparación y capacidad de sus gobiernos para manejar la crisis y la institucionalidad. Nos llevan años luz.
A más inri, en solo ocho meses se ha desvanecido la esperanza de un pueblo que seriamente pensaba que Perú Libre los iba a sacar de la pobreza. Imaginaron cambios inmediatos, que se enriquecerían por arte de magia, soñaron con un bienestar que desafortunadamente este gobierno jamás podrá darles. Los que no votamos por Castillo sabíamos que estos incompetentes seudo ideologizados llevarían al Perú al despeñadero, pero poco hicimos para anticiparnos y prevenir esta desagradable sorpresa. Los dignos, que se rasgaron las vestiduras públicamente y votaron por él tambien lo sabían, pero sus odios los superaron. Con ese aval público, con su propaganda, auparon a un pésimo candidato, traicionando a ese pueblo humilde e iluso que dicen defender. Son tan responsables de la debacle como Castillo y su gavilla de prontuariados, pero hoy permanecen en la sombra, escondidos, huyendo del dedo acusador.
La violencia que se ve en la calle no solo es producto de la reciente alza de precios y galopante miseria sino de la rabia acumulada, de la frustración de ver que, indistintamente el origen de los gobernantes y su ideología, todos se aburguesan y acomodan, todos dicen combatir la corrupción y están absolutamente embarrados, todos priorizan sus egos y bolsillo a los intereses del país. El poder los pervierte sin distinción. Además, los vuelve vanos e indiferentes. Qué mejor ejemplo que el ministro de Defensa indicando que las protestas solo han dejado cuatro muertos y nada más, en una actitud vil y de nulo respeto hacia la vida humana. Un gobierno honesto y responsable lo hubiera obligado a renunciar de inmediato, pero nada podemos esperar de estos incompetentes y amorales que están en el poder.
Las cortinas de humo ya no funcionan. Ni la captura de Pinturita ni el oprobioso incendio de cuatro oficinas de la Dirincri donde funcionaba la división de lavado de activos ni ningún paliativo populista que le está costando demasiado al país, acallará la protesta. El tema se ha descontrolado, ya nada podrá ocultar la magnitud del descontento, salvo que este caos conduzca a la implantación de un régimen de represión y totalitarismo plutocrático.
No lo minimicemos, Castillo es un incompetente, pero tonto útil de fuerzas siniestras de la Izquierda internacional. Tiene secuestrado al país. Si el Congreso no pudo con él, la ciudadanía tiene que lograr QUE SE VAYAN TODOS.
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