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Cartas a un joven poeta de Rilke

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Fecha Publicación: 05/05/2025 - 21:20
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Rainer María Rilke es, sin duda, uno de los grandes poetas de la literatura. Muchos podemos aprender de sus magníficos versos. En 1929, un joven cadete aspirante a poeta, que luego se convirtió en narrador, publicó unas cartas que el lírico le había mandado de tiempo en tiempo, todas las cuales habían sido conservadas, diez en total. Lo maravilloso es que siendo una parte añadida a la producción de Rilke, se han convertido en el modo usual de los jóvenes de enterarse de la vida y obra del poeta por antonomasia de Praga nacido en 1875 y muerto en 1926. Para luego convertirse en seguidores de todos sus libros.
Debemos pues agradecimiento a Xavier Kappus, a quien también le toca una franja de la popularidad de Rilke. El texto de las cartas advierte que el amor, la vida cotidiana, el arte, la religión, forman un armazón en la producción literaria. La belleza surge mayormente del dolor, de la ponzoña, una obra de arte nace, dice Rilke, cuando se origina en el dolor y la necesidad. El poeta debe intentar amar los abismos. A Kappus le dice que la vida está llena de fatiga, tristeza, y queda muy atrás de ellas. Las creaciones del arte son de una infinita soledad, solo el amor las puede captar y hacer suyas y puede ser justo hacia ellas. En el amor se juntan dos soledades, se protegen, se delimitan y se complementan una a otra. Pero no se trata de aislarse del mundo exterior sino de estar en comunión con esa totalidad. Así esa soledad se ensanchará y convertirá en una estancia a media luz desde la cual oirá pasar de largo el ruido lejano de los demás, el poeta aprenderá lentamente a reconocer las muy pocas cosas en las que perdurará lo eterno que se puede amar, y lo solitario en lo que se debe participar en silencio.
Rilke, en sus poemas y relatos, no desdeñó el contexto político, sintió necesidad y lo hizo, en participar mejorando la vida de quienes desfallecen en los hospitales, abandonados de todos, de los que sufren en misérrimas habitaciones. Sus cartas son maravillosas, y sus poemas y cuentos y prosas más todavía. Decía: si puedes escribir lo que deseas en una carta, en un artículo, en un discurso, en un cuento, hazlo, solo si no puedes en ninguna de esas formas, escribe un poema. Y ese es el mejor consejo literario que he recibido en toda mi vida.

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