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Carta del Perú a los pueblos hermanos

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Fecha Publicación: 25/12/2022 - 01:00
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Vamos, es hora de avanzar. La primera presidenta del Perú ha dado el paso con un pronunciamiento no sólo conciliatorio sino sincero. Aun sin las pruebas necesarias, elijo creerlo. Lo hago porque al elegir ella el lado de la paz ha erradicado de su discurso de izquierda todo resto de un lenguaje de la confrontación.

¿Al día siguiente ha vuelto a las andadas, dicen? Pienso que trata de acomodar distintos idiomas de izquierda para pacificar a las alimañas radicales. Pero las alimañas no escuchan, ella debería saberlo. Así, su discurso va a suscitar pena antes que sospechas.

Hoy es necesario devolver la tranquilidad a las familias peruanas luego de 18 meses que han pararlizado la inversión y en los que solo la poderosa inercia del crecimiento informal ha permitido a los peruanos sobrevivir.

Hay muertes qué lamentar y bloqueos inhumanos de parte de quienes, carentes de toda compasión e incapaces de excepciones al obedecer la consigna por miedo a no cobrar. Así, no hubo ni misericordia por niños enfermos de gravedad, que sus despreciables jefes sí habrían tenido aunque fuera por cálculo político.

La del Perú ha sido una victoria silenciosa, un ejemplo de tolerancia más allá del deber, que recuerda otras victorias del Perú basadas en la paciencia y la firmeza. Estamos a solo un paso de doblegar el levantamiento que ha hecho perder vidas humanas sin lograr aún ganar la paz.

Pero hemos avanzado en días lo que no se había logrado en meses y años.

El enemigo es el Eje La Habana-Caracas-La Paz no tiene ejército. Solo mercenarios a quienes nada importa, salvo la narrativa del odio manipulado como una herramienta de dominación mental para ser usada como un arma. Y a estos mercenarios se han unido presidentes extranjeros –el mexicano, especialmente- cuyo interés político se ha alieneados con el económico de una gran empresa minera compatriota suya cuyos valores no han bajao un ápice en las bolsas globales, y la única que no ha sufrido atentado alguno en estos días oscuros.

La narrativa de la leyenda negra colonial sigue siendo cínicamente empleada por mandatarios extranjeros ahora para tratar de dividir a los peruanos. No lo lograrán. Esa narrativa tóxica no ha prevalecido en el Perú, a diferencia de en otros pueblos hermanos de Sudamérica.

Aún hay peligro, no obstante. Todavía las calles y las minas repiten el eco de una falsa narrativa muerta. Pero no se ha incendiado la pradera en la cuna de la civilización más antigua de esta parte del mundo. El odio inspirado en la falsa lectura de la Conquista quedó atrás hace siglos. El odio no nació allí sino en la horrorosa represión política y económica que siguió al levantamiento de Túpac Amaru II y la prohibición para la aristocracia andina del uso de sus símbolos de nobleza y al derecho de mayorazgo en la herencia de la sierra.

Estas últimas décadas y en particular este último año y medio han puesto la evidencia sobre la mesa. Repito, a veces décadas de historia pueden tomar tan solo unos pocos días. Ese es el crisol en que una nueva igualdad de oportunidades puede prevalecer sobre la discriminación, la gobernabilidad democrática sobre el conflicto de poderes y la libertad económica sobre el mercantilismo.

Ese es el ejemplo silencioso de las páginas que el Perú escribe estos días sin demasiado ruido de palabras. Es su carta a los pueblos hermanos de Sudamérica.

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