Cada día más cerca del diablo y más lejos de Dios: el suicidio de Dina
¿Boluarte se habrá mirado en el espejo de la dignidad? Su discurso de este domingo último fue absolutamente decepcionante. Era su gran oportunidad para dejar un legado histórico, parecía tener el norte claro y la firmeza suficiente para enfrentar a todos sus detractores. Ni por un mal pensamiento me atrevo a compararla con Margaret Thatcher, pero algo habría podido copiar de la Dama de Hierro y su impecable resistencia a los doce meses de huelga minera en el Reino Unido. Había recibido un sólido y casi incondicional apoyo por parte de la ciudadanía democrática, todos confiábamos que resistiría, incluso hasta las elecciones del 2024 con reformas políticas incluidas, pero claudicó. Ha traicionado la confianza de todos. La venció su fanatismo ideológico; pocos meses antes había declarado públicamente a favor de la Asamblea Constituyente y la necesidad de cambiar el capítulo económico de la Constitución. ¿No habrá podido cortar con Perú Libre? ¿Qué secretos le conocerán que han podido doblegarla? Cedió al chantaje terrorista proponiendo un camino ambiguo y, para desconcierto de todos, trasladó la responsabilidad al Congreso, al mejor estilo de Castillo, Vizcarra y otros incompetentes cuyo refugio siempre ha sido apuntar con el dedo acusador a los desprestigiados parlamentarios.
Sus marchas y contramarchas (disculpas innecesarias) eran signos de debilidad y generaban dudas sobre su capacidad de pacificar el país y lograr gobernabilidad. Le faltó firmeza para denunciar la intervención de gobiernos extranjeros y expulsar a los nefastos embajadores cubano y boliviano. No basta una nota de protesta diplomática, no les hace ni cosquillas, hay que tomar medidas radicales. Con o sin embajador, Madre de Dios, Puno y Tacna seguirán promoviendo las mismas actividades ilícitas con Bolivia de tráfico de oro, drogas y contrabando. Total, ahí impera la tiranía del más fuerte. La debilidad de nuestra Cancillería está permitiendo que una campaña malintencionada de desinformación de la prensa extranjera nos condene ante los ojos del mundo. Salvo escasas excepciones como WSJ o The Economist, se percibe que nuestro gobierno utiliza la violencia y represión para acallar las protestas sociales y favorecer a un grupúsculo privilegiado. No lo puede permitir, señora Boluarte, la ponen al mismo nivel de Maduro u Ortega. Nuestra representación diplomática debería tener una relación fluida con los medios y anticiparse, no es la primera vez que maltratan al país.
Hay 15 partidos políticos en proceso de inscripción. Si alguna vez hubo espíritu de consenso para presentar un candidato único de oposición, éste ha desaparecido. Hoy la política se mueve con otras coordenadas y parámetros: el rupturismo, el culto al líder, el egoísmo partidista. Imposible construir un proyecto país en este escenario. Los nuevos partidos políticos serán franquicias al servicio de sus fundadores, con el propósito descarado de obtener recursos públicos para enriquecerse.
La ignorancia de gran parte de la población es dolorosa. Desafortunadamente, no tenemos ciudadanos lúcidos, críticos y cultos que sean capaces de enfrentar a los políticos que se apropian de la historia y la usan como arma política. Las recientes marchas han desnudado nuevamente nuestra miseria. La gente está tan empobrecida que pone su vida en riesgo por unos cuantos soles. No es mercantilismo, es hambre. No son capaces de hilar una frase coherente al ser preguntados por el motivo de las protestas. Esta ignorancia es mucho más trágica que la violencia misma. Como señaló Simón Bolívar en su discurso ante el Congreso de Angostura (1819): “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.”
No voy a repetir como muchos que el Perú es un país inviable. Hay demasiado por hacer y no nos podemos dar por vencidos.