Buscar información

A mis alumnos les he pedido que busquen información en fuentes confiables. En realidad, no solo se los he dicho, sino que además hemos repasado cómo hacerlo. Hemos abierto una página tras otra y he ido preguntando para ver si quedaba claro el camino. Ellos han asentido. Luego, les he mostrado las bases de datos, los repositorios y han hecho ejercicios para encontrar textos académicos. Ellos han vuelto a asentir. Finalmente, les he explicado paso a paso el trabajo de búsqueda de información para la actividad que deben presentar en la siguiente clase y entonces no sé si asentir solo es un acto mecánico bien estudiado.

A mis alumnos, luego de explicarles todo ello, les he advertido que no busquen información en páginas de dudosa procedencia, que revisen la autoría, la procedencia, que no se dejen llevar por informaciones falsas o fake news, como les gusta decir, para que suene mejor. Saben (o al menos eso parece) que no deben recurrir a Wikipedia o similares. Hemos repetido los requisitos que debe tener una información de calidad y hemos mostrado ejemplos de cuándo una fuente es confiable. Hemos analizado casos. Hemos navegado en Internet como quien busca peces en el fondo del mar, no en la orilla, porque esos pueden estar contaminados.

A todos mis alumnos, sin excepción, siempre les aconsejo lo mismo. El discurso sigue el mismo camino, aunque con matices diferentes, según las edades, perspectivas y, sobre todo, metas. Hablamos de la calidad de la información, de la investigación y de la probidad académica. A todos, por cierto, les insisto en manejar un estilo de citado y referenciación, según la universidad o especialidad en la que se encuentren, y les recuerdo que las referencias bibliográficas no es una cuestión de pose para sentirse intelectual.

A mis alumnos –no a todos, por cierto– les gusta ejercer una presión en contra de las recomendaciones de su profesor. De pronto, citan cualquier fuente y se regocijan en Wikipedia para sentirse cómodos, como quien mira la televisión con los pies sobre el sofá. Parece ser que la rebeldía se convierte en un acto de reconocimiento de sus aptitudes académicas. Entonces, se sublevan ante las sugerencias e inventan un discurso híbrido, uno que cita fuentes de cualquier manera y que referencia a su antojo, uno que no le importa de dónde provenga la información, pues basta que complete la página. A esos alumnos ya los tengo en la mira.

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