Bukeleando
Primero fue el ubicuo Premier que habló sobre la posibilidad de abrir el debate en torno a algunas medidas del cacareado “Plan Bukele”. Luego se sumó al entusiasmo el Presidente del Poder Judicial y a continuación salió un alcalde limeño anunciando que había “estudiado” el caso y que era plausible la implementación de algunas de sus acciones en el país. Demás está decir que, si se realizase una encuesta nacional sobre la conveniencia de ejecutar a la peruana la Política Bukele de seguridad territorial y ciudadana, la inmensa mayoría opinaría a favor a ojos cerrados.
Con la inseguridad del diablo que ahora se vive en las calles del Perú, no es de extrañar que la imagen de una mega prisión para alrededor de 40,000 internos y un sistema penitenciario que tiene en las mazmorras a más de 70,000 –alrededor del 15 % del total de la población salvadoreña–, resulte tan impresionante que al final no importe si para ello se suprimen derechos y libertades democráticas a diestra y siniestra como viene ocurriendo a cambio de tener orden y tranquilidad pública. Total, si la Democracia Representativa parece no servir, bueno es el guardián populista de Bukele por lo que dure en el sillón presidencial.
Es verdad que tanto el Primer Ministro cuanto el Supremo Magistrado de marras sin llegar a recular del todo han morigerado sus opiniones y en estos momentos se habla de una suerte de “Plan Dina” –vaya a saber en qué consiste– compuesto por una treintena de decretos legislativos si es que el inefable Congreso le otorga la delegación de facultades legislativas. Personalmente, después de estos entusiastas deslices bukeleanos no estamos seguros de que este Gobierno malagua tiene en la materia la brújula clara ni adónde apunta.
Quien conoce algo del sufrido pasado del hermano país de El Salvador –una Nación con casi 60 % menos territorio y cinco veces menos población que la del Perú– comprenderá que el origen y la naturaleza de la violencia urbana que padeció debido a una temible criminalidad organizada –las malditas “Maras”– y a la permisividad y hasta complicidad de los Regímenes democráticos pasados, no es similar –por lo menos todavía–, a la que padecemos y que la receta represiva administrada por el mandón Bukele está convirtiendo a El Salvador en prácticamente un Estado de sitio militar-policial por más de un año sin garantía legal alguna, incluso para los opositores políticos y que camina hacia otra nefasta dictadura caribeña. ¡Vade retro!
Empero, SÍ hay algo que le reconocemos a Bukele : la valentía y decisión para enfrentar la peor criminalidad organizada que asolaba su patria, pero ese fin no justifica sus medios, ni menos instaurar una dictadura como pretende que tarde o temprano llevará a la República al abismo. A ver si esto se entiende. ¡AMÉN! CODA: Un simple aviso de defunción, nos trajo la penosa noticia de la partida de Carlos Alzamora Traverso. A las puertas de una vida centenaria, nos dejó un brillante diplomático, generoso y culto Consejero y un lúcido defensor de la figura y legado histórico del expresidente Leguía. Adiós, don Carlos.
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