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Bourdieu y los tipos de capital

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Fecha Publicación: 16/05/2024 - 21:40
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En la actualidad existe una tendencia a la posesión; es decir, a ser dueño, amo o cualquier equivalente respecto a lo posible, incluso, cuando esto no necesariamente tenga que ser material. En esa línea, existen bienes que son socialmente apreciados por las personas: son apreciados, reconocidos e, incluso, proyectados como una necesidad ante la carencia o el vacío. Pierre Bourdieu lo entendió muy bien y los clasificó en cuatro tipos: económico, cultural, social y simbólico.
El común uso del término está referido a la adquisición monetaria, reconocido como el capital económico y todo aquello que implique, por ejemplo, comprar una casa, un carro o cualquier otro bien material. La importancia que se le da a lo material se convierte en representación de dinero, incluso, si hablamos del tiempo que podemos ocupar en ello, lo cual le da un valor agregado.
Si nos referimos a las relaciones sociales y la preponderancia que ello implique, estamos hablando de capital social, una suerte de red de relaciones institucionalizadas que ofrecen un reconocimiento en la persona que lo posee. Así, ser amigo de alguien o tener contactos específicos que permitan beneficios es un ejemplo de ello, además, porque formar parte de ese círculo también nos instituye como parte de dicho capital.
Por su parte, el capital cultural tiene una manera diferente de comprenderlo y asume tres formas para ello: incorporado, que es el más personal que implica el conocimiento de sí mismo, las habilidades o la inteligencia emocional que se asumen como valores aprendidos; objetivado, que implica los objetos de valor cultural que se posee, pero no solo en el hecho de poseer libros, cuadros o instrumentos, sino de apropiarse de ellos y tener la competencia para poder comprenderlos y emplearlos; finalmente, institucionalizado, que es el que uno recibe de manera externa, por ejemplo, un título, un grado o un diploma que una institución nos entrega para certificar nuestras competencias en algo específico.
Todo ello, nos lleva a pensar en el cuarto tipo de capital: el simbólico, que se instaura cuando es aceptado por los demás. Este puede ser atribuido a una persona u objeto por un reconocimiento aceptado dentro de un determinado espacio social. Esto puede ser resultado de los capitales anteriores y otorga notoriedad, prestigio y, sobre todo, el lugar que se necesita dentro de una sociedad que busca constantemente la posesión. Esto nos permite entender los tipos de capital de los que hablaba Bourdieu, así representados y vigentes en sociedades como la nuestra.

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