Boluarte: ¿se hará la sueca?

Nuestros ilustres ministros opinan según la dirección del viento, siempre se acomodan. En febrero pasado, el Canciller se reunió con representantes de la CIDH y ratificó la existencia de muchísimas coincidencias entre dicho organismo y nuestro país. Fue explicito en halagos. Recientemente, el mismo Schialer mencionó que prosigue la evaluación de un eventual retiro del SIDH y que se instalará una comisión para hacer consultas a todos los sectores y a la sociedad civil. Un absoluto absurdo, corresponde al Ejecutivo tomar la determinación y ejecutarla, pero no hay ninguna voluntad real, es una decisión puesta en la mecedora, una táctica política para evadir responsabilidades y ganar tiempo.
El tema ha vuelto a tomar relevancia por la arbitraria injerencia de la CIDH en la ley de amnistía para poner fin a procesos judiciales eternos contra policías y militares mayores de 70 años, muchos de los cuales actuaron en defensa de la patria en la época del terrorismo. Ha hecho bien el congresista Rospigliosi en promover esta norma, es indispensable acabar con esta sádica persecución.
El experto constitucionalista Domingo García Belaunde sostiene que lo mejor es no hacer caso a las recomendaciones, en la medida que la CIDH no tiene mecanismos de coerción, simplemente se trataría de una responsabilidad moral. Ello es jurídicamente viable y políticamente sensato, sin embargo, la evasión selectiva no es lo más recomendable. Respeto muchísimo su opinión, pero ante el riesgo de un futuro gobierno de izquierda, es mejor cortar por lo sano y evitar ambigüedades. La salida es larga y podría tener un costo internacional, pero es la única alternativa válida para una Corte demasiado contemplativa con terroristas y criminales.
Todos especulan sobre el Plan B de Dina, ya está contra el reloj y nadie duda que los todopoderosos caviares y su gran aliada la CIDH la perseguirán hasta el último de sus días por los sucesos de diciembre del 2022. No descartemos Suecia. Hace unas semanas, Boluarte recibió a Marcus Wallenberg, visita que pasó absolutamente desapercibida. La familia Wallenberg es una de las mas ricas del país escandinavo y principal accionista de Saab AB, empresa fabricante de aviones de combate que está por cerrar un acuerdo para vendernos 24 Gripen E/F, por un costo aproximado de US$3,500M. Ello fue la antesala de la presencia del ministro de Defensa sueco Pal Jonson, quien ofreció importante apoyo tecnológico y de entrenamiento de pilotos. Es una adquisición histórica, millonaria, que le garantiza a Boluarte ser hija predilecta de Suecia de por vida.
Hace un tiempo, Brasil compró 36 cazas Gripen e impuso como condición estratégica que Saab AB instale una línea de ensamblaje final y un centro logístico y de repuestos en dicho país. Vale decir, son el hub regional de soporte por lo que la salud y vida de estos aviones va a depender de nuestro apreciado vecino.
¿Qué necesidad tenía Boluarte de gastar esta inmensa fortuna en armamento, faltando pocos meses para terminar su mandato? No quiero pensar mal pero que poderosos lobbies estarán detrás de esta decisión. ¿Hemos olvidado la nefasta herencia de la compra de los MIG-29 y los Sukhoi? ¿No hubiera sido preferible dejar un legado en beneficio de la gente de menos recursos? ¿Quizás reducir la brecha de infraestructura?
Además, Brasil solo me recuerda a Odebretch y el inaceptable maltrato a nuestro país. Jorge Barata, quien fuera la cabeza visible de la corrupción, no ha pagado un centavo al Estado peruano, no fue embargado ni pisó la prisión un solo día, goza de irrestricta libertad, absolutamente blindado por un nefasto acuerdo que los misteriosos fiscales Vela Barba y Pérez negociaron bajo los términos de la corruptora. Es una de las experiencias más infelices de nuestra historia que desafortunadamente cada día se recordará menos; digamos que la falta de memoria es otro aspecto que preocupa mucho.

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