¿Big little lies?
El PDAC no solo es la feria minera más grande del mundo sino el escenario más gratificante para un peruano. Nos recuerdan que vivimos en un lugar privilegiado: próspero, estable y ganador. Brillamos en el firmamento latinoamericano (lo cual no es difícil), pero desafortunadamente esas frías cifras no reflejan lo complicado que es hacer negocios en nuestro país.
¡No queda más que edulcorar la verdad para vender! ¿Encantadores de serpientes? Aquí en Toronto solo está permitido hablar maravillas del Perú, pero en casa es donde se sinceran las verdades. Los funcionarios no se pueden creer las historias que reflejaron sus power points; todos sabemos que este gobierno ha hecho poco o NADA por la minería. La suspensión ad infinitum de Tía María es una dolorosa muestra que no tenemos la capacidad de garantizar que una empresa que cumple con la ley tenga la posibilidad de explorar u operar su proyecto ni recuperar la millonaria inversión.
La excesiva regulación y los interminables permisos son, en efecto, una inmensa barrera de acceso a la industria pero más inri es la imposibilidad de generar predictibilidad y certeza. Como señalan importantes inversionistas, el precio de los commodities y el riesgo del sector los manejan ellos, pero el gobierno es el que impone o distorsiona las reglas, es el que da sorpresas y encarece costos, puede llegar a ser el peor enemigo del país.
Hubo excelentes presentaciones de HudBay (Constancia) y Anglo American (Quellaveco), impecables empresas que quieren seguir trabajando en el Perú. Ambas coincidieron en que no invertirán en proyectos Greenfield si no se mejora, significativamente, el marco regulatorio para la exploración. Resulta insólito que para hacer algunas escasas perforaciones, absolutamente temporales y con impactos limitadísimos, se requiera de una consulta previa. No solo se generan falsas expectativas, sino que se impone una condena al proyecto, aún antes de haber nacido.
El gobierno sintió la pegada días antes del evento; descender diez posiciones en el Índice Fraser duele, por lo que rápidamente se pusieron a legislar. Además de dos RM orientadas a reducir los costos y flexibilizar permisos de exploración, este último sábado se publicó la modificación del Reglamento de Protección Ambiental para las Exploración Minera, ante lo cual una presurosa ministra de Ambiente ha salido a precisar de qué se trata de una iniciativa exclusiva de Minem; señala en arremetida que su portafolio apuesta por fortalecer el componente participativo y reducir la asimetría entre las empresas y las comunidades.
¿Absurdo antagonismo ministerial? Pues Martín Vizcarra debería entrar a tallar para poner orden en esta disputa de sectores; la bipolaridad del Ejecutivo solo desgasta. Sin embargo, luego de su lavada de manos frente a Tía María y un 55% de la población contra la actividad minera, no estoy tan segura de que se atreverá a jugársela.
En todo caso, las tres mujeres más poderosas del Perú: la señora Miriam Morales y ministras Alva y Vilca (en ese orden), todas aplaudidas y asediadas en Toronto, tienen la inmensa responsabilidad de cumplir con la palabra empeñada.
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