Balance del interregno
En breve debe quedar instalado el nuevo Congreso y su Mesa Directiva. Con ese acto se habrá superado el interregno parlamentario producido desde finales de setiembre pasado y restablecido institucionalmente el orden y control constitucional. Frente a esa realidad, vale, por ahora, pergeñar unas reflexiones sobre lo ocurrido en esos más de cinco meses en los que el Poder Ejecutivo gobernó y legisló sin mayor fiscalización -salvo por la prensa- y el llamado Primer Poder del Estado, no obstante hallarse disuelto, trató a través de la Comisión Permanente de estar más vivo de lo que podía sin mayor fortuna.
A la hora de hacer las sumas y restas de este periodo, el resultado no ha sido del todo satisfactorio en gran medida porque la gestión gubernamental siguió siendo el talón de Aquiles del Régimen. Como alguien diría: ni suelto en plaza lo hizo mejor. Es verdad que en materia legislativa el Ejecutivo dictó decenas de Decretos de Urgencia -en su mayoría positivos- pero en su ejecución política sea por el corto plazo, por la debilidad en la gestión pública o por factores externos -le dicen exógenos-, lo producido apenas pasa de mediocre. Y es que es muy difícil alcanzar otra cosa con la catarata de cambios en el Gabinete que ha convertido en estos tiempos la función de ministro en un cargo más inestable que el de equilibrista. Vaya paradoja: un Presidente de la República apoyado por más de la mitad de la ciudadanía que no ha sido capaz de tener un Consejo ministerial estable y que con las justas cuenta con el tercio del respaldo ciudadano. Para remate, todo parece indicar que será en esas condiciones en las que el Gabinete de marras se presentará ante un flamante Parlamento atomizado y conflictivo para defender su administración y plantear la cuestión de confianza.
Si este somero balance puede servir de algo es para instar al Ejecutivo a que reflexione sobre la transitado, afirme sus fortalezas y corrija las debilidades de su gestión. En este difícil último año del periodo presidencial no puede ni debe someterse nuevamente el país al penoso trance político y democrático que se ha vivido. ¡Amén!