Asesores que no asesoran

Ella está a punto de terminar la carrera, pero también a punto de terminar con la paciencia de sus padres. Ha realizado una carrera universitaria destacada, pero no ha podido culminar el trabajo de tesis como debería. Le pregunto sobre el tipo de investigación que está realizando. No responde con claridad. Le pregunto sobre sus matrices, sobre sus instrumentos. Esboza una sonrisa de preocupación y no tiene claro qué responder. Las clases fueron solo exposiciones de estudiantes, me dice, y se lamenta. Se preocupa, no solo porque no sabe, sino porque, aunque muchas veces digan lo contrario, hay ocasiones en las que sí es muy tarde para comenzar a aprender.
Le he preguntado por su asesora. Me cuenta sobre ella: una profesora nombrada en una universidad pública que ha extendido el tiempo de repetir siempre las mismas clases para que la agonía del cansancio no sea un problema que la aturda. Le pido que programe una videoconferencia para escucharla. La asesora tiene conocimientos muy vagos sobre investigación, a pesar de que en la Escuela a la que pertenece ha ganado un espacio de reconocimiento ficticio frente a los demás. Me recuerda a estudiantes de pregrado que recién inician la vida académica, aquellos que tienen más dudas que certezas, con la diferencia que, en este caso, hay una carrera universitaria en riesgo de por medio. Entonces lo comprendo todo.
¿Qué sucede con los asesores que no tienen idea sobre cómo asesorar una tesis? Simple: los estudiantes terminan siendo el mismo reflejo de aquellos que deberían encaminar un trabajo de tal magnitud, pero que terminan perdidos en medio de información que nunca asimilaron. Y esos mismos profesores que dedicaron los años más importantes a desarrollar los cursos de tesis solo para completar sus horas asignadas sin tener idea de lo que estaban haciendo, esos mismos son los que terminan exigiendo lo que no les corresponde. La situación se vuelve caótica. Alguien que no investiga no podría asesorar una tesis.
Por todo ello, la realidad de muchas universidades peruanas es preocupante. Basta con ver los repositorios académicos donde año tras año se almacenan tesis como quien busca ganar una carrera. Basta ver no solo los errores de fondo, sino también los de forma, donde las inconsistencias lógicas parecen haber hecho un pacto con la falta de criterio para redactar con claridad. No se trata solo de saber metodología, sino de saber cómo enseñarla y cómo orientar un trabajo de investigación. Eso es lo más complejo.

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