A.N.T.A.U.R.O. ilegal, falta Antauro
Algunos dirán que nos adelantamos, que todavía la sentencia no es firme en la Corte Suprema de Justicia. La verdad, no tenemos duda de que esta se confirmará en la Sala de última instancia, como no la tenemos de que jamás un JNE ajustado al Estado de Derecho Constitucional hubiese inscrito en el Registro de Partidos Políticos semejante engendro antidemocrático. Era evidente el fraude de ley que perpetraba esa denominación partidaria prohijada por un reo de Estado condenado y sospechosamente rehabilitado antes de cumplir la pena impuesta por el criminal Andahuaylazo. Empero, el “formalista” JNE –curiosamente sin el voto de su más que cuestionado presidente, que prefirió escabullirse– arguyó que el tal Antauro Humala nada tenía que ver con la sigla homónima, que era solo un simple militante y que el estatuto de la organización “cumplía” con la normativa. Claro, ese era el objetivo de la fachada de ideario para poder encubrir su verdadera cara y propósito. Pero la mentira tiene patas cortas. Antauro, fiel a su ADN subversivo, no se iba a quedar callado y, de entrada, empezó a actuar por calles y plazas como el jefe de facto de la tienda política, esparciendo su ideología antidemocrática, racista y discriminatoria, amenazando con volar el sistema democrático y con fusilar a expresidentes, empezando por su propia casa.
Ante ello, la Fiscalía de la Nación, amparada en la Ley N.º 28094 de Partidos Políticos, solicitó a la Corte Suprema la ilegalización y cancelación de este bando por sus actividades contrarias a los principios democráticos. En un intento desesperado por atajar lo inevitable, quien funge de presidente del engendro sectario pretendió distanciarse del extremista, expulsándolo del seno partidario. De nada sirvió la movida, ya que la Sala Suprema competente, dadas las públicas y abrumadoras pruebas de cargo, decidió declarar por mayoría su ilegalidad con la consiguiente cancelación y cierre de locales tan pronto el fallo quede firme.
Por supuesto, aquí no acaba la cosa de cara a las elecciones generales, y el tal Antauro seguirá con el pataleo y su enfermizo etnonacionalismo. Si algo bueno puede hacer el desacreditado Congreso de la República es reformar la Constitución para prohibir que criminales como este –aun “rehabilitados”– ejerzan los derechos ciudadanos. ¡AMÉN!
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