Annus horribilis… y los culpables siguen enquistados en el poder
Podría decirse que el Perú Republicano no ha conocido peor gestión presidencial que la de Pedro Castillo y quienes sostenían que su ignorancia lo hacía inocuo, se equivocaron. La degradación del país ha sido paulatina, pero sin descanso; nos está quebrando de a pocos, pero lo realmente trágico es que parecería que este año terrible se va a multiplicar por cinco. He perdido toda esperanza que este mercado persa en el que se ha convertido el Congreso pueda vacarlo. Si ni siquiera tienen la capacidad de ponerse de acuerdo para formar una lista única para la Mesa Directiva, resulta imposible que logren consensuar una vacancia por incapacidad moral permanente. Las negociaciones entre las agrupaciones políticas se han seguido con horror e incredulidad y han recibido todo tipo de merecidos calificativos. Los congresistas están jugando con las responsabilidades que les han sido conferidas y seguirán eludiendo sus obligaciones, ya sea por dinero o por poder. En esta sociedad hiper inclusiva y democrática en la que se ha convertido el Perú, todos se sienten presidenciables.
Me embarga el pesimismo ante tanta insoportable estupidez de la mal llamada Oposición, solo espero que esta vez no se les diluya la fiesta. La captura de Pacheco debería ser nuclear y determinar la caída de Castillo, aun cuando sus chabacanos operadores políticos intenten callarlo o desmerecer sus dichos y evidencias. Lo trágico será quedar en manos de Dina Boluarte y las malas artes de los caviares, desesperados presupuestívoros que coparán nuevamente al Estado. ¿Qué tan sólida es la denuncia constitucional en su contra? Muy firme, el problema son los congresistas: venales, incompetentes y con agenda propia.
Nuevamente los empresarios han sido sorprendidos. Pero no me extraña, pobrecitos, siguen confiando en el diálogo y la buena disposición de estos delincuentes y lo declaran públicamente. En septiembre pasado, el cuestionado Íber Maraví presentó su Agenda 19 que incluía, textualmente, la prohibición de la tercerización de servicios (hoy vigente) y una nueva ley de Relaciones Colectivas de Trabajo que se ha materializado este pasado domingo 24 entre gallos y medianoche, a pesar de que Juan Lira, apenas estrenado ministro, declaró que todas las modificaciones iban a ser fruto del diálogo tripartido con trabajadores y empleadores, y que serían ampliamente discutidas en el seno del CNT. Mintieron cínicamente. Cuando entenderán que no se puede confiar en los comunistas, que no tienen palabra, solo fracasados dogmas congelados en la historia.
Hoy el MTPE es el mayor abanderado de la informalidad y está convirtiendo a los sindicatos en la primera fuerza del país. Todos los jugadores están incorporados, inclusive el personal de confianza, los independientes y hasta los practicantes. Ninguno podrá ser reemplazado, salvo que se trate de servicios públicos esenciales. Me pregunto ¿quién va a querer invertir en un país donde los trabajadores solo tienen derechos, y todo el apoyo de la ley y autoridades para asfixiar a las empresas? La calle estará saturada de huelgas, pues se autorizarán con silencio positivo al tercer día. No nos sorprenda que se repitan paralizaciones como la de los operadores aéreos en abril pasado, que congelaron los vuelos en plena Semana Santa, perjudicando a miles de ciudadanos.
Además, y gravísimo, están obligando a las empresas a entregar toda su información financiera hasta de los tres últimos años. No solo intentan legalizar la violación de confidencialidad en abierto enfrentamiento con la Constitución, sino que exponen a los debilitados empleadores al tráfico de información reservada y quedar a merced de la competencia.
Ante este panorama desolador, solo resta decir: “Que Dios nos ayude”.
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