Anemia: el crimen silenciado del Estado

Es una absoluta crueldad la suspensión sine die de Wasi Mikuna, el programa de alimentación escolar que beneficia a 4.2M de estudiantes vulnerables. Boluarte estuvo a cargo del MIDIS más de un año, su paso fue intrascendente, pero sabe de la importancia de la continuidad del servicio, aunque el hambre de los niños parezca la última de sus preocupaciones. Se destinan S/2,000M al año, pero están tan mal diseñados los menús, que el contenido nutricional de los alimentos no cubre los requerimientos mínimos de hierro. Nuestro país se ha convertido en una fábrica de anémicos, terrible mal que genera un retraso en el desarrollo cognitivo del individuo de por vida. Pareciera imposible combatirla, pero no por falta de dinero sino por nuestra profunda incompetencia, corrupción y falta de empatía. Después nos preguntamos porque el IQ promedio del Perú es 84%. Ahí está parte de la respuesta.
Como gran solución el MIDIS ha decidido adoptar un modelo de cogestión, vale decir, que la compra de alimentos la va a decidir un comité conformado por los padres de familia y los profesores de cada escuela. Peor decisión, imposible. ¿Cómo van a supervisar la calidad y buen uso de recursos de 65,000 unidades educativas? Deberían ser compras centralizadas y eficientes, optimizando recursos y logrando el mejor precio. Lamentablemente un ministerio tan importante ha caído en las peores manos: los amigos de Palacio.
A más inri, penoso que la prensa esté tan enloquecida con la fuga de Heredia o con el pomposo nuevo puesto de Santivañez (jefe de la Oficina General de Monitoreo Intergubernamental del Despacho Presidencial = geisha de Dina) y descuide este tema esencial. Sabemos que la telenovela da rating, pero es indispensable ejercer muchísima presión mediática para que el MIDIS se alinee, la alimentación escolar funcione y se rinda cuentas de los millones que reciben.
La inseguridad alimentaria en el Perú es alarmante, la sufre más del 50% de la población, por ello me resisto a aceptar la clasificación del BM que considera a nuestro país como uno de ingresos medios – altos, sobre la base de que el INB per cápita está entre $4,516 y $14,005. ¿Cómo harán esos informes? Es la típica medición cómoda de un bien pagado burócrata internacional que poco o nada conoce de la realidad de nuestro país. Quizás seamos cabeza de ratón, pero ¿con quienes nos comparamos?
Me pregunto si dentro de sus variables consideran la inmensa cantidad de dinero ilegal proveniente del narcotráfico, minería y tala ilegal y, contrabando. Si sorpresivamente desaparecieran, una mayor pobreza, desempleo y hambre se verían de inmediato. Las economías ilegales son absolutamente indeseables porque traen violencia, corrupción, daño al medio ambiente y generan un “Estado” paralelo con sus propias reglas, pero esos ingresos existen y desde hace muchísimo tiempo. Sucesivos gobiernos han demostrado incapacidad o falta de voluntad para controlarlas, porque a pesar de los inmensos y terrible pasivos, inyectan dinero a la economía y eso no disgusta, ¿o sí?
Hay una gran premura para que el Perú se adhiera a la OCDE. Sostienen que representa una oportunidad para fortalecer instituciones y mejorar la calidad de nuestras políticas públicas. Hace algunos años llevé un Máster de Gobierno y Administración Pública en la FOM (Madrid) y recuerdo con claridad como un destacado profesor mencionó al Perú como ejemplo de país con políticas públicas diseñadas con absoluta pulcritud y sólidos fundamentos técnicos, pero con una evidente desconexión entre el planeamiento y la implementación, además de la falta de coordinación intergubernamental y otros problemas operativos entre los que destacaba la calidad del funcionario público.
La OCDE es ponernos la soga al cuello. Es una obsesión que no solo importa contribuciones financieras sino realizar reformas estructurales que hoy, están mucho mas allá de nuestras posibilidades. Pongamos en orden nuestras prioridades, la OCDE no lo es.

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