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Allende maquillado

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Fecha Publicación: 18/09/2023 - 22:40
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El socialismo nacionalista (el fascismo) y el socialismo internacionalista (el comunismo) aprovecharon las debilidades de los países que en el siglo XX no lograron compatibilizar una democracia representativa con el necesario respeto a las reglas de la economía. Los totalitarios se presentaron a elecciones generales para capturar gobiernos e intentar tomar el poder; ganando o perdiendo, construyeron relatos propagandísticos y desprestigiaron a quien exponía la verdad, para luego imponerlos como “versión oficial” o “memoria histórica”. Así se ha conmemorado el 50 aniversario del golpe de la junta militar chilena del 11 de setiembre de 1973.

El frente marxista denominado Unidad Popular obtuvo en las presidenciales el 36.3% de los votos, de manera que los otros dos candidatos, del centro y de la derecha, le doblaban en votación. Fue la Democracia Cristiana la que decidió, en sede parlamentaria, apoyar al candidato marxista por haber obtenido el primer puesto. Con apenas la primera minoría, Allende y sus aliados no tenían el apoyo político suficiente ni la normatividad constitucional para llevar a Chile a un sistema político diferente al democrático. Por ello, los chavistas inventaron la asamblea constituyente falsa, compuesta por delegados digitados desde el gobierno, para quebrar la democracia desde dentro. Pero en Chile de 1970-1973 se imponía autoritariamente el régimen de la Unidad Popular, mientras que sus aliados internacionales difundían la imagen romántica de un supuesto líder idealista y justiciero.

Desde un inicio, Allende desconoció el derecho de propiedad, impulsando la violenta ocupación de terrenos agrícolas, tomas de industrias por radicalizados sindicatos , confiscación de tiendas y empresas comerciales, así como la intervención gubernamental en bancos y entidades financieras. Todo eso supuso un freno a la inversión, la ruptura de las cadenas productiva y comercial, un terrible desabastecimiento, y el elevado costo de vida. Enfrentado a la mayoría parlamentaria, comenzó a legislar con decretos inconstitucionales, a ignorar los mecanismos de control político propios de la fiscalización parlamentaria; a desconocer sentencias y medidas cautelares del Poder Judicial y, cuando su titular le invocó respeto al Estado de Derecho, personalmente expuso su supuesto “derecho” de merituar cada resolución judicial según el interés del “pueblo”; justificó la ilegal actuación de milicias armadas como el Consejo Campesino, los Comités de Vigilancia y los Comandos Comunales; encarceló a periodistas y políticos opositores, y clausuró radios y diarios disidentes. Por eso, cuando por fin se produjo el golpe, la Iglesia, la Democracia Cristiana, y dos terceras partes de la sociedad lo apoyaron, sin predecir la dura e indiscriminada represión de la dictadura militar. Sin embargo, el relato de los medios “imparciales” sigue afirmando que Allende buscó “la vía chilena al socialismo dentro del marco jurídico vigente”, maquillando vergonzosamente la realidad histórica.

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