¿Algo sobra en el Perú? Sí, razones para la renuncia o vacancia de Castillo
Inaceptable que existan congresistas de la oposición que sostengan que no hay causales para la vacancia cuando la evidencia es abrumadora. Los engaños, el cinismo y las tonterías que declara Castillo, deliberadamente, ya sobrepasan toda tolerancia y razonabilidad.
Con el paso de los días su deterioro moral solo se agrava –en directa proporción con su soberbia y maltrato a los medios que no le agachan la cabeza- y denota que no tiene ninguna capacidad para generar confianza pública o credibilidad.
La solicitud de vacancia es un ejercicio democrático legítimo, el Congreso no puede renunciar a su función fiscalizadora ni al uso de esta herramienta de control político, cuando el país ha caído en manos de un mentiroso compulsivo que lo está llevando al desastre.
No pueden tomar el cómodo camino de excusarse ni de argüir que la incompetencia no es una causal de destitución. Ese no es el tema, solo denota la poca claridad de pensamiento de los cómplices y aduladores congresales de Castillo.
Específicamente en este caso, la falta de conocimientos y habilidades para gobernar o su incapacidad para ejercer liderazgo y convocar equipos de trabajo competentes, eran perfectamente predecibles. Para nadie ha sido un secreto que este gobierno no sabe gobernar.
Lo que es inadmisible son las calidades personales de la gente de su entorno. Jamás imaginamos la podredumbre y el hambre con que llegarían al poder. Si escogemos al azar cualquier cargo público designado recientemente, estoy segura de que quien lo ocupa, tiene más de un cuestionamiento o sanción.
La Contraloría no se da abasto para identificar esta inmensa corruptela de un Estado que no deja de crecer. Por lo menos deberían conseguirse los 52 votos para que Castillo explique las innumerables imputaciones en su contra.
Hay algunas perlitas recientes que merecen destacarse: pretende hacernos creer que él financió todas sus actividades en la primera y segunda vuelta presidencial. Parece un chiste mal contado. Cerrón igualmente cínico le replica que la campaña la pagó el pueblo, quitándose un pan de la boca.
Dios los cría y ellos se juntan. Qué pobreza moral de ambos. Para nadie es un secreto que Cerrón lo invitó a ser candidato, le impuso la agenda, pagó hasta el último centavo con fondos mal habidos del GORE Junín y del Vraem y que Castillo seguramente está igual de embarrado que la investigada red criminal de los Dinámicos del Centro. Hoy su investidura lo protege, pero no para siempre.
Olvidó que hace solo dos meses, en una ceremonia del GORE Ejecutivo, donde confluyen destacados delincuentes del sector público, declaró: “No podemos darle un centímetro a gente que saca dinero del Estado. Si encontramos a un ladrón no podemos taparlo con un dedo, al ladrón se le dice ladrón y al corrupto se le dice corrupto y hay que sancionarlo”. Evidentemente ni el emisor ni el auditorio se sintieron aludidos. Así son de caradura y ninguna amenaza los hará enmendar.
Ni la severidad de las leyes ni la posibilidad de terminar en la cárcel los perturba. Demasiada gente en el Perú, indistintamente la condición social, tiene la corrupción en su ADN y ello es complicadísimo de cambiar. A diferencia de muchos charlatanes, yo no tengo ni la más parda idea de cómo encontrar una solución. El problema es más grande que los 33M de peruanos.
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