ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Al rescate de Huachos

Imagen
Fecha Publicación: 30/09/2022 - 22:00
Escucha esta nota

“Castrovirreyna, tierra querida de mis recuerdos, de quien te deja, de quien te mira, quedan jirones de corazones”, entonan los alegres huancavelicanos. En el corazón de la provincia de Castrovirreyna, en la tierra de la eterna amistad, se ubica el distrito de Huachos, circundado, por los distritos de Capillas, Arma, Mollepampa y Castrovirreyna; también coquetea cruzando miradas con los distritos vecinos de Tantará y San Juan, y en un abrir y cerrar de ojos se ubica Chincha, la puerta de salida para todas las travesías de la vida.

Ferrer Maizondo Saldaña vuelve a su pueblo con su bello libro de crónicas. A pesar de haber salido hace años de su pueblo regresa cargado de esperanzas, vuelve como todo hijo agradecido a dar testimonio de sus vivencias y de su pueblo; retorna para compartirnos, con lujo de detalles, la aserción de cada circunstancia de vida, argumento suficiente para sentirse orgulloso de la tierra que lo viera nacer. Ese libro es testimonio vivo de quien apuesta, de verdad, por el progreso de su pueblo.

“Huachos es un pueblo andino de paisajes multicolores y variados espacios productivos, rodeado de cerros inmensos, calles angostas, casas de paredes desteñidas, techos de calamina o teja”, escribe el autor, con su refinada prosa. No se detiene en la nostalgia, todo lo contrario, aspira, en cada pasaje de su libro, a darle color y alegría. Aunque escribe sobre temas que arrancan lágrimas y aprietan el corazón por pura rabia, no se empantana en la queja y el lamento, rescata cada elemento que dio vitalidad a tantos años de batalla silenciosa de sus compueblanos, abordándolo con fino humor, todo esto para hacer que la vida sea llevadera y que el crudo invierno no se eternice y de paso a la colorida primavera.

El paso de los años se lleva, duele decirlo, los buenos tiempos, mientras “El rojo tejado cargado de musgos está opacándose, las calaminas pelean con el óxido, cruces de hojalata muestran tristeza en los techos…”. Sin embargo, a los hijos del pueblo el tiempo no los ha espantado, siempre vuelven, entonando sus melancólicas o alegres coplas y modelando su sonrisa para que no aniden en la fácil aceptación de la cruda y dura vida, sino para dejar constancia y notificar de que se tiene que tomar el toro por las astas, eso es propio de quienes tienen el privilegio de nacer en los pueblos olvidados y de vencer toda clase de adversidades.

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookTwitter Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.