Agroexportaciones, una historia de transformación
Hablar de las agroexportaciones peruanas no es solo referirse a cifras, sino a una transformación en el campo, inversiones, generación de empleo y creación de polos de desarrollo descentralizados. En menos de dos décadas, pasamos de ser un actor de reparto en el comercio agrícola mundial a un referente global en muchos productos.
Este proceso no ha estado libre de desafíos, pero los resultados hablan por sí solos. Retrocedamos al año 2002, las exportaciones agroindustriales (no tradicionales) sumaron poco más de US$ 393 millones. El ranking de productos era liderado por los espárragos en conserva y frescos, mangos y harina de flores de marigold. Esta oferta llegó a 91 mercados, principalmente EE.UU., España, México y Países Bajos
Demos ahora una mirada al 2024 cuando las exportaciones agroindustriales ascendieron a más US$ 12 mil millones, cuando los arándanos, uvas, paltas, cacao, espárragos, mangos, cítricos, quinua y otros llegaron a 136 destinos, destacando EE.UU., Países Bajos y España.
Algunas personas se preguntarán: ¿Qué le permitió al Perú dar ese gran salto? Sin duda fue la sumatoria de varios factores como la disponibilidad del agua, la esforzada labor de los integrantes de las diversas cadenas productivas, las instituciones públicas, la apertura comercial y sanitaria, mano de obra calificada, pero sobretodo, tener un marco legal que gatilló las inversiones de largo plazo. Nos referimos a la Ley de Promoción Agraria 27360.
Esta estrategia integral impulsó el crecimiento sostenido del sector. Piura, por ejemplo, es hoy uno de los principales polos agroexportadores. Con un clima privilegiado, dinamismo empresarial y una fuerza laboral comprometida, generó una interesante oferta de mangos, uvas, bananos orgánicos y limones, por mencionar algunos.
Ica, con uvas, espárragos, arándanos y paltas; La Libertad y sus arándanos, paltas, espárragos, alcachofas y otros; y Lambayeque con arándanos, paltas, uvas, espárragos, mangos y capsicum, resaltan como las grandes regiones agroexportadoras.
Estos casos muestran lo que se puede lograr con políticas públicas que promueven la inversión y formalización. Ahora, el desafío es extender el impacto positivo hacia la sierra y la selva, en donde existe un enorme potencial para cultivos como el café, cacao, quinua, frutas amazónicas, jengibre y otros.
La tarea pendiente es ser más competitivos en materia logística y de infraestructura. Si bien en los últimos 30 años se duplicó la superficie agrícola gracias a grandes proyectos de irrigación, como Chavimochic (La Libertad), Majes (Arequipa) y Olmos (Lambayeque), urge destrabar sus ampliaciones y ejecutar otras obras similares.
En ese sentido, la nueva Ley Agraria, que está en el congreso pendiente de la segunda votación, debe entenderse como un pilar dentro de una estrategia integral de desarrollo del sector, que permitirá dinamizar nuevas inversiones, generar más empleos, trasladar tecnología y conocimientos, fortalecer más cadenas productivas y sumar y formalizar a más pequeños productores, mejorando sus ingresos.
Esta iniciativa legislativa, no modifica el régimen laboral vigente del agro y contempla un sistema de promoción y financiamiento orientado a los pequeños productores agrarios, quienes, al formalizarse, podrán acceder al sistema financiero nacional. Asimismo, fortalecerá la competitividad del rubro que enfrenta riesgos asociados al cambio climático y a la caída de los precios internacionales, establecerá un sistema tributario que promueve la formalización, fomentará la inversión y buscará un crecimiento inclusivo.
Recordemos, solo con reglas claras, visión de largo plazo y compromiso público-privado, podremos consolidar un agro moderno, competitivo e inclusivo, capaz de llevar el desarrollo a más regiones y bienestar a más peruanos.
*Presidente de la Asociación de Exportadores (ADEX)
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