Affaire Salas Arenas
La ojeriza contra el presidente del JNE tiene fundamento y viene de atrás, por lo menos desde las malhadadas elecciones generales del 2021. Gracias a su voto dirimente dada la incompleta conformación del Pleno, se coló sin problemas la plancha presidencial –también “coja”- del nefasto Castillo y su sucesora y tampoco se garantizó debidamente la voluntad popular en dichos comicios por lo que nunca se despejó adecuadamente si hubo o no un pucherazo en las mesas de sufragio.
Con todo y estos cuestionamientos, Salas Arenas siguió como si nada al frente del máximo organismo electoral hasta que cayó el corrupto y golpista Castillo y las críticas arreciaron. Ni corto ni perezoso, viajó a costa del Estado –o sea con la plata de todos los peruanos- a Washington para entrevistarse con la polémica Comisión IDH y pedir auxilio puesto que el no menos polémico Congreso de la República lo tenía en la mira para supuestamente violar la autonomía constitucional y someter al JNE. Hace poco intentó el mismo cuento esta vez con el “servicial” Secretario General de la OEA, pero el periplo estadounidense quedó postergado para otra fecha.
La verdad es que si bien lo de las elecciones pasadas es ya leche derramada, el Tribunal Constitucional (TC) por triple sentencia lo tiene entre ceja y ceja. Primero, porque ha decidido que sí puede ser objeto de control político e investigación por el Parlamento Nacional y, segundo y tercero, porque ha determinado que el Pleno que aún jefatura excluyó arbitrariamente de la última contienda eleccionaria a dos partidos vulnerando sus derechos de participación política.
Cada vez crece más el rechazo ciudadano a este nefando personaje y el problema es que no está del todo clara la vía para destituirlo del cargo. La Ley Orgánica del JNE no contempla la vacancia disciplinaria que le correspondería y el artículo 99 de la Constitución no lo considera como alto funcionario aforado con derecho a antejuicio y/o juicio político, razón por la que el TC exhorta desde hace años al Legislativo a que modifique el artículo de marras a fin de incluirlo y expectorarlo, claro está, cumpliendo el debido proceso. ¿Qué queda entonces? Creemos, ya que Salas Arenas está allí apoltronado gracias a la elección de sus pares de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, pues que ésta lo reemplace y se evite más desprestigio. De lo contrario, que los agraviados por sus desaguisados lo denuncien penalmente y termine removido.
Lo cierto es que por angas o por mangas, Salas Arenas no debe continuar presidiendo el JNE en los próximos comicios generales sea cual fuere su año. ¡AMÉN!
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