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Adiós 2022

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Fecha Publicación: 30/12/2022 - 23:30
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Cerramos el año, por suerte, de la mejor manera: sin la incertidumbre de habernos hundido, quizás por un tiempo muy largo, en el despeñadero y la anarquía. Fue un año fatal para todos este 2022, que hoy termina. Nunca habíamos vivido días tan negros como los que nos tocó pasar en el gobierno de Pedro Castillo, actualmente preso en el penal de Barbadillo, por promover un golpe de estado, felizmente, fallido. Quedó, sin embargo, el recuerdo de la intención de tan singular personaje, de querer cerrar el congreso, intervenir y reorganizar instituciones tan importantes como el Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo, Ministerio Público, convocar a una Asamblea Constituyente.

Los peruanos, hombres y mujeres, fuimos testigos, cómo se iban debilitando nuestras instituciones, cómo se desprestigiaba la gestión pública; cómo se satanizaba el orden constitucional, con abierto desprecio por las leyes que nos rigen. Y todo ello debido a la inopia intelectual de Pedro Castillo que, sin los méritos personales ni experiencia, accedió al gobierno para aprender a gobernar, sin mayor éxito.

Este 2022, Castillo hizo, con mayor ahínco, todo cuanto no debió hacer, ni siquiera intentar: se embarcó en la vorágine de la corrupción a tal extremo que la fiscalía que lo investigó lo clasificó en la cúspide del latrocinio, abriéndole hasta siete carpetas fiscales por una serie de delitos, bajo el manto mayor de ser considerado presuntamente cabecilla de una organización criminal. Tremendo baldón para un gobernante, en tan solo año y medio de gestión. Hecho inédito en nuestra historia republicana. Nadie imaginó que este líder sindical, había llegado al poder, no para gobernar el país, sino para aprovecharse de él, de muy mala manera, según todas las evidencias que van surgiendo por boca de sus colaboradores más cercanos.

El Estado caminó como pudo, sin dirección, sin políticas públicas que hayan sido innovadoras, sin brújula ni norte, bajo el signo de una improvisación nunca antes vista. Ello explicaría que la administración pública fue copada por ilustres desconocidos, sin ninguna preparación ni expertise para los cargos que fueron ocupando. Bastaba ser simpatizante del exmandatario para sentirse con derecho a encontrar una ubicación en el Estado, sin importar si se sentían aptos para ello o no. Este año se empobreció la administración pública con personajes probadamente ineptos o, peor aún, con insólitos antecedentes penales o juicios en proceso, empezando por algunos de los ministros de Estado, convocados por Pedro Castillo.

El expresidente, hoy preso en Barbadillo, se dedicó, acompañado de sus ministros más leales y obsecuentes, además de una bien organizado portátil de adherentes, a recorrer algunas ciudades y comunidades del sur andino, buscando deslegitimar al congreso de la República, a enfrentar peruanos contra peruanos, presentando a unos, como blancos o ricos, y a otros, como pobres y cobrizos, a provincias contra Lima, a la prensa independiente como “mermelera” y “mentirosa”. Esta prédica prendió entre las poblaciones más postergadas y ahora vemos sus consecuencias: las regiones del sur andino, con un discurso separatista.

Por suerte, ello parece terminar, aunque, no se puede cantar victoria. El Perú es un país pacífico, por tradición e historia. Sin embargo, las prédicas del odio y el rencor, rescatados de lo atávico de nuestra cultura, parecen estar aún latentes, peligrosamente. Es deber de las autoridades de permanecer alertas para evitar que se produzcan nuevas formas de violencia que nadie quiere recordar, porque ya la sufrimos. Parece que soplan nuevos vientos en el gobierno de la señora Boluarte. Saludamos esa apertura a vivir en democracia y con respeto a las personas y a la libertad de expresión, tan golpeada por el exmandatario Castillo. Les deseo un feliz 2023.