4 de enero

La verdad, pergeñábamos otro tema cuando caímos en la cuenta que la publicación de estos renglones coincidiría con el voceado día del reinicio de las “medidas de lucha” anunciadas contra el régimen de turno por los autoproclamados “frentes de defensa” de la llamada “Macrosur”. Por cierto, su plataforma poco tiene que ver con válidas demandas gremiales o reivindicaciones sociales y económicas sino, más bien, con buscar proseguir con la desestabilización institucional del país “suspendida” por las fiestas del año viejo.

Ya que el deseo de que tales paros y desmanes no se produzcan parecería pedir peras al olmo –así marchemos y nos vistamos de blanco la víspera-, sí, por los menos, confiamos que el Gobierno de turno, bajo los límites constitucionales del Estado de Emergencia decretado, haya aprendido la lección de que el poder de policía y el uso legal de la fuerza resultan indispensables en Democracia cuando la movilización popular y la protesta dejan de ser pacíficas y degeneran en violencia y vandalismo que deben ser legítimamente reprimidos en aras de salvaguardar el orden interno y la paz ciudadana.

El Mensaje de fin de año de la sucesora presidencial invocando a que prime en el Perú el diálogo y la unión, está muy bien. Empero, lastimosamente, el nefasto desgobierno castillejo del cual formó parte ha sembrado demagógicamente por más de año y medio la odiosa confrontación social y la desinformación pública, promoviendo o tolerando el accionar de grupos y colectivos extremistas y subversivos (léase, Movadef-Conare, Fenatep, Minería ilegal, Narcoterrorismo, etc.), hoy infiltrados y azuzando las paralizaciones y medidas al margen de la ley que se pretenden continuar. Separemos la paja del trigo. Protesta pacífica SÍ, pero el repudiable y trágico desmadre sufrido en diciembre pasado NUNCA MÁS. Esperemos que doña Dina esté a la altura de ello porque nuestras valerosas Fuerzas Armadas y Policía Nacional sin duda lo estarán. ¡AMÉN!