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1 de enero
Eduardo Galeano (Montevideo, 1940-2015) fue un prolífico autor uruguayo cuya obra ha sido traducida a muchos idiomas. Se trata de obras que someten al lector a la reflexión, sobre el contexto, la vida misma y los problemas que nos aquejan. Especialmente, tiene un libro que siempre es necesario releer. “Los hijos de los días” (Siglo XX, 2012) es un texto amplio que, según señala el mismo autor, fue reescrito y pulido más de diez veces para lograr la precisión en las 366 historias que la componen. Y, precisamente, son 366, pensando en que cada día traiga a la memoria alguna fecha, algún hecho o evento de nuestra historia latinoamericana.
La primera de las historias recupera el primer día del año. Se titula, precisamente, “1 de enero”, y textualmente señala lo siguiente: “Hoy no es el primer día del año para los mayas, los judíos, los árabes, los chinos y otros muchos habitantes de este mundo. La fecha fue inventada por Roma, la Roma imperial, y bendecida por la Roma vaticana, y resulta más bien exagerado decir que la humanidad entera celebra este cruce de la frontera de los años. Pero eso sí, hay que reconocerlo: el tiempo es bastante amable con nosotros, sus fugaces pasajeros, y nos da permiso para creer que hoy puede ser el primero de los días, y para querer que sea alegre como los colores de una verdulería”.
La declaración de Galeano es determinante. Para él, la fecha del inicio de año es una imposición que viene desde la Roma imperial y de ninguna manera es el primer día del año para las otras civilizaciones: mayas, judíos, árabes, chinos u otros. Y sucede, precisamente, que la imposición transgrede las normas, es autoritaria y no tiene reparos en apropiarse de lo que, en principio, no le corresponde. Cuánto de cierto hay en lo mencionado por Galeano, incluso hasta hoy, en que el sometimiento parece ser parte de nuestros días. Por eso, el tiempo a veces es favorable y permite aceptar esa instancia del comienzo como una manera de creer y considerar esta fecha como un nuevo inicio, a pesar del sometimiento.
En la idea de Galeano, los inicios de año pueden ser impuestos, pero terminamos aceptándolos porque creemos en ello. Así, lo que sucede es el acercamiento hacia lo nuevo que resulta, en gran medida, esperanzador. Eso es lo que tanto necesitamos: que el año nuevo permita creer, más allá de los problemas o las dificultades, simplemente, creer.