En la era de la IA: ya no gana quien tenga la mejor tecnología
La ventaja en inteligencia artificial ya no está en usarla, sino en cómo se integran los datos, la infraestructura y la experiencia del usuario.
En la guerra empresarial que define el siglo XXI, tener inteligencia artificial ya no es suficiente. Lo realmente decisivo es cómo la usas, qué datos posees, y qué tan indispensable te vuelves para tus usuarios. Así lo advirtió Javier Albarracín, director del Centro de Tecnología y Transformación Digital de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), al analizar las reglas del nuevo juego corporativo.
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“La IA, por sí sola, no es la ventaja. El valor está en los datos que no tiene nadie más, en experiencias que nadie quiere dejar y en una infraestructura que pocos pueden pagar”, sentenció.
- Datos exclusivos: la materia prima que no se puede copiar. A medida que modelos como ChatGPT o Gemini se democratizan, el verdadero diferenciador no está en el algoritmo, sino en la data. Tesla no solo es una marca de autos eléctricos, es propietaria de millones de kilómetros de conducción autónoma que ningún competidor puede replicar. Bloomberg, por su parte, mantiene su poder gracias a su base exclusiva de datos financieros.
“Google no domina por su algoritmo, sino por los datos de búsqueda que ha acumulado durante décadas. El que no tenga datos únicos está condenado a competir sin armas”, advierte Albarracín.
- Aplicaciones que crean hábito: más poderosas que la tecnología. En el mundo digital, fidelizar ya no significa tener la mejor app, sino ser parte del día a día. WhatsApp, Google Docs o Canva lograron algo casi impenetrable: formar hábitos. Cambiar de herramienta, incluso si aparece una mejor, se vuelve una barrera psicológica.
“La clave está en hacer que la IA sea invisible, pero esencial. Las mejores plataformas no anuncian su IA, simplemente funcionan tan bien que no quieres irte”, resume el especialista.
- Infraestructura: el músculo que pocos pueden costear. Detrás del avance de la IA hay una verdad poco visible: quien tiene los servidores, manda. Empresas como NVIDIA, AWS y Google Cloud lideran no solo por sus avances técnicos, sino porque controlan el terreno donde se libra la batalla. “La escasez de chips especializados y el costo de los centros de datos hacen que la infraestructura sea la ventaja más difícil de alcanzar. Ganará quien pueda ofrecer procesamiento barato y cercano”, explica.
- Especialización: cuando saber más de un tema vale más que saber de todo. La era de los modelos generalistas ya tiene fecha de caducidad. Ahora, el valor está en la IA capaz de entender contextos específicos. ¿Un ejemplo? Harvey.AI, entrenado para asistir a abogados con conocimientos legales profundos. O Abacus, enfocado en finanzas. “La inteligencia general no basta. En sectores críticos, lo que marca la diferencia son los matices que solo un modelo experto puede captar”, señala Albarracín.
- Integración total: la IA que se vuelve parte del ADN empresarial. El futuro no está en el mejor chatbot, sino en la IA que se incrusta en los procesos clave de una empresa. Cuando herramientas como CRMs, ERPs o sistemas operativos integran modelos de IA en su núcleo, el cambio se vuelve casi imposible.
“Microsoft o Google no compiten por tener la mejor conversación, sino por integrar la IA en todos tus procesos. Cuando una empresa se vuelve dependiente de esa sinergia, moverse a otro proveedor ya no es una opción racional”, concluye el especialista.
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