Yo voy por la segunda

Me prometí “hacia mis adentros” como decía mi abuela, evitar escribir sobre el actual presidente de la República y de sus graves y naturales limitaciones. Pero ante la entrevista concedida al periodista Fernando del Rincón es inevitable no hacerlo.

Trabajé muchos años rodeado de políticos y algo aprendí sobre la retórica, la comunicación verbal, no verbal, contenidos de los discursos y declaraciones periodísticas y ver al señor Castillo me ha reafirmado que para ser político se nace y no es cuestión solo del querer serlo.
Sin embargo, cuando el político no es un profesional de la política y encima ejerce, por los avatares del destino, un cargo público, las cosas se ponen serias y catastróficas para sus gobernados.

El señor Castillo, estoy seguro, sabía de sus limitaciones como también lo sabía el señor Vladimir Cerrón cuando decide llevarlo como candidato a la vicepresidencia de la república, sin embargo, más le valió al señor Cerrón “ los votos” que podría captar el señor Castillo que evaluar la posibilidad de que en algún momento su candidato a vicepresidente ejerza la presidencia del país.

Pero “chocherita” allí no termina el cuento porque la población conociendo “las capacidades” del señor Castillo votó por él y por ello me pregunto: ¿tan poco vale la presidencia de un país para elegir a alguien que “evidentemente” se percibía que no estaba preparado para gobernar?

No estoy evaluando la ideología del señor Castillo ni la de los votantes que lo llevaron a ganar las elecciones, que dicho sea de paso yo no comparto, pero lo que me preocupa es la posibilidad de que en el futuro se vuelva a elegir a personas sin capacidad de gobierno.

Hace dos semanas escribí sobre algunos requisitos que ahora, gracias al Congreso, tienen los ministros, viceministros y la Presidencia del Consejo de Ministros para ser designados, y terminé la columna evaluando la posibilidad de que las personas que quieran ser congresistas y presidente de la República también los tengan Constitucionalmente.

Hoy, luego de la entrevista al señor Castillo, y pensando en quienes votaron por él, creo que los requisitos para las más altas investiduras políticas son necesarias.

Hay dos alternativas: la primera, mejoramos la calidad del votante, aspecto que lo veo muy difícil por lo menos en los próximos cien años; o la segunda, le ponemos requisitos constitucionales para mejorar la calidad de los candidatos. Yo voy por la segunda.

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