Yo no fui… fue Teté
La frase que titula esta columna, ayer se me vino a la cabeza luego de leer la noticia donde los suboficiales de resguardo de un congresista lo desmintieron en el caso del acoso sexual por WhatsApp.
Me pregunto, ¿una persona puede ser capaz de mentir para salvar su pellejo, sin importarle que eso pudiera desgraciarles la vida a las otras personas?
Los suboficiales de la policía nacional, de no haber desmentido al congresista, eran pasibles de amonestación, y posterior destitución de sus respectivas instituciones. Se quedarían sin empleo y difícilmente podrían conseguir otro en el corto plazo.
Sin embargo, el congresista “todopoderoso” le importó un pepino del tamaño de una caña de azúcar, usar a esos dos suboficiales como biombo para salvar su imagen.
¿Qué podemos esperar los peruanos ante esta actitud del “´padre de la patria”? El poder y la investidura no son para este tipo de actitudes.
No pongo el nombre del parlamentario en esta columna, porque aún el proceso de indagación e investigación se iniciará. No es tampoco mi estilo hacer leña del árbol caído, pero francamente, en términos amplios, me indigna que con la mentira se pretenda alguien limpiar y ensuciar de por vida a dos personas que viven de su trabajo, y que no tienen responsabilidad de los actos del parlamentario.
El código de ética del congresista es claro. Cualquier acto que melle o vaya contra la imagen del parlamento debe ser castigado con amonestación pública o suspensión hasta por 120 días de legislatura con los respectivos descuentos de sus haberes.
En paralelo, el parlamentario sujeto a la investigación por la Comisión de Ética puede ser denunciado constitucionalmente ante la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales. Esta denuncia constitucional podría ser sobre hechos penales, sobre todo ahora que el acoso sexual está considerado como un delito. La sanción podría llegar hasta su destitución del Congreso, si así lo cree conveniente el Pleno.
Las sanciones éticas y penales para los congresistas se han ido poniendo más duras en las dos últimas décadas. Antiguamente no existía la Comisión de Ética, las investigaciones sobre estos hechos lo analizaba la Mesa Directiva de cada cámara. Hoy no es así, y quizás así es mejor, ya que se abre la posibilidad de hacer una investigación y no hacer las cosas apresuradamente y por impulso. Pero… la población exige rapidez.