“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro”
Queridos hermanos:
Estamos ante el Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, que es el último Domingo del año litúrgico porque la próxima semana comenzamos el Año Nuevo del año litúrgico.
Empieza el adviento que nos prepara para recibir a Jesucristo, celebramos Jesucristo, Rey del universo. ¿Qué significa ser rey? ¿De qué reinado hablamos? ¿Cómo es este rey? Él sirve y gobierna a los humildes, a los pobres cuyo trono es la cruz, su reino no es de este mundo.
Los humildes, los pobres, ante quienes cambiamos de lugar cuando piden limosna. Sin embargo, el reino de Jesús es lo contrario, viene a salvar a los pobres. Fijaros que reinado nos ofrece Jesús: el reinado de la cruz, es decir, servir, morir a nosotros mismo por amor al prójimo.
La primera Palabra es la profecía de Ezequiel, dice Jesús: “Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones”. Hermanos, viene Jesús a buscar lo que está perdido, esa es la gracia, el gran secreto que tiene Jesús, su amor se manifiesta en su misericordia.
Por eso respondemos con el Salmo 22, que Salmo tan precioso: “Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término”.
La segunda Palabra de San Pablo a los Corintios, dice: “Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección”. ¿De qué estamos hablando? ¿Qué garantía tenemos de que la vida es eterna? Mira a Jesús, es una garantía para ti, la garantía de que es verdad la resurrección porque ha resucitado de la muerte.
“Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida… el último enemigo aniquilado será la muerte”. Cristo tiene poder, hermanos, Él ha vencido al demonio, ha vencido al pecado. Acudamos a Él, y pondrá nuestros enemigos a nuestros pies, este es el poder del anuncio del Kerygma.
El Evangelio de San Mateo presenta las obras de misericordia, esa es la misión. Pongamos en práctica las obras de misericordia. ¿Lo hacemos? Miremos cómo vivimos en casa, los conflictos de nuestros países, las guerras… ¡Cristo ha vencido a la guerra!
Cristo ha dado la paz y nuestra misión es anunciar esta paz. Cristo está con los más pequeños, con los más humildes, los abandonados. Cristo nos ofrece la felicidad en la humildad, en la sencillez.
Hermanos, que este Espíritu de Jesucristo Rey del universo esté con todos vosotros. Que la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con vosotros. Recen por mí para que también me pueda convertir a este espíritu de profecía que nace del corazón del hombre.
+ José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao.
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