Yo ¡estoy con Israel!
Antes de iniciar esta columna, deseo expresar mi profundo dolor por las víctimas del grupo terrorista Hamás en contra de Israel. Algunos cuantos, que no faltan nunca, se preguntarán por que estoy tan tocada por esta tragedia que finalmente sucede tan lejos del Perú, aquí mi explicación.
Viví en Israel durante 3 años, de 1987 a 1990 año en los que tuve que regresar, debido a la Guerra del Golfo. Fui testigo de cómo se vive la guerra en Israel, las sirenas, los búnkeres, los misiles, y en esa oportunidad las máscaras antigases, pues se hablaba de un ataque químico. Una guerra de la que nunca fue parte, pues los participantes eran los países integrantes de la coalición formada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para recuperar Kuwait de la invasión Iraquí. Israel se mantuvo al margen, sin embargo, para debilitar a la coalición Sadam Hussein decidió atacar al pueblo de Israel, quien no participaba. Obviamente, Israel respondió, sin embargo, la propaganda antiisraelí (progres y zurdos) convirtió al país hebreo en parte del conflicto. Nada más alejado de la verdad.
Durante los años 1987 y 1988, las embajadas de los países acreditados en Israel comenzamos a organizarnos para ir a Gaza en caravanas de carros con identificación diplomática, lo cual nos daba cierta inmunidad, para dejar víveres, ropa, y artículos de aseo y de primera necesidad a los dos hogares que tenía la madre Teresa de Calcuta en esos territorios. La iniciativa surgió porque cuando las monjas y voluntarios salían a abastecerse para atender a los más necesitados, los grupos terroristas, que ya habitaban alli, los mataban a sangre fría. Esto sucedió durante dos años, que puntualmente llegamos a apoyar tan magna labor, hasta que las servidoras de Dios, lideradas por Teresa de Calcuta decidieron, con mucho pesar, irse.
Volviendo a mi relato, llegue a Israel a mis veintidós años, una edad complicada pues no iba al colegio ni tampoco a la universidad (por el idioma), sin embargo desde el primer día la vida en ese pequeño gran país me cautivó. La gran cantidad de migrantes, idiomas y culturas se mezclaban amable y empáticamente. Cada Israelí (que podían ser inmigrantes judíos nacionalizados) se preocupaba por hacerte la estadía más fácil en la tierra de la leche y la miel. El mismo hecho de que los judíos hayan estado repartidos por el mundo, los hace conocedores de las necesidades básicas de los nuevos residentes del “Eretz”.
No es cierto que Israel sea un pueblo guerrero, sanguinario y violador de los derechos humanos. No acepto esas afirmaciones. Israel se basa en las enseñanzas de su religión, donde se resaltan los valores como la ayuda al débil, la solidaridad, el respeto, la familia, las tradiciones. Que hay personas malas, abusivas, corruptas, etc., obviamente, como en todos los países y sociedades.
Hoy en día los “jóvenes” de esa época y que hoy pasamos los cincuenta, recordamos con cariño y lealtad nuestros años en Israel. No hicimos amigos, hicimos familia, ni la distancia ni el tiempo ha podido borrar las enseñanzas, experiencias y vivencias humanas durante nuestro paso por ese gran país.
Al llegar a Tel Aviv, lo primero que nuestros anfitriones nos contaban es que todos los paisajes verdes que veíamos, y que eran muchísimos y muy bellos, les habían costado mucho, pues Israel es un desierto. No podías dejar de pensar en cuanto trabajo físico y científico habría en esa transformación del medio ambiente. Los colonos israelíes se dedicaron a investigar como mejoraban sus tierras, sus animales, su calidad de vida. Esa era y es su preocupación. La guerra, lamentablemente, es algo con lo que tienen que vivir para poder disfrutar de un pedazo de tierra donde los judíos del mundo se sientan dueños. A menudo pienso, que si Israel no tuviera que lidiar con la guerra, e invertir tanto dinero para una paz que va y viene, ¿qué sería de ellos? Si hoy por hoy son referente de innovación, tecnología, ciencia, etc., a pesar de la situación de guerra permanente en la que viven. Serían una potencia, y eso, sus enemigos y la progresía mundial, no lo permitirán jamás.
El israelí es libre, ama el arte, la vida, el disfrute de lo lindo, de lo simple.
Como ha manifestado el embajador Yoed Magen, esta masacre ha ocasionado 700 víctimas israelíes, que equivalen a 22,000 personas asesinadas, en términos proporcionales comparando con el atentado de las Torres Gemelas. Yo ¡estoy con Israel!
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