¿Y mi donación, pa’ cuándo?
Uno de los mayores problemas que tienen los congresistas son las solicitudes de donación que la población les hace permanentemente. En Navidad les piden chocolatadas; en época escolar, cuadernos y útiles; para el Día de la Madre, regalos, etc. Esta pésima práctica que se ha institucionalizado en la política nacional desde hace varias décadas ha generado una vez más una crisis en el Congreso.
El origen de este “hueco negro” está en las campañas electorales donde el candidato al Congreso regala a diestra y siniestra, todo lo que puede a cambio de votos, votos que no siempre llegan porque al igual que él los demás candidatos hacen lo mismo. Sin embargo, el ciudadano que se hace congresista durante su mandato continúa con esa pésima práctica y se mete en problemas en cada semana de representación ya que, si el parlamentario no viaja a su región llevando alguna donación solicitada, el parlamentario se convierte en “malo”, “tacaño”, y hasta lo declaran “persona no grata”.
Ahora, si bien este problema endémico en el Congreso tiene sus orígenes en las campañas electorales, también se acrecienta por la desinformación cuando en redes sociales y en algunos medios de comunicación se dice: “el congresista gana más de treinta mil soles”; “congresistas tendrán la paila llena porque en diciembre con su gratificación se llevarán más de sesenta mil soles”, conllevando a que la población vea en los parlamentarios a personas adineradas y que en su raciocinio deben donar todo lo que ellos quieren.
Ante esta situación, algunos parlamentarios tienen que pedir “colaboraciones” en dinero a sus trabajadores y en otros casos “donaciones” a empresas e instituciones para que ellos a su vez “donen” a sus pobladores generando un remolino que no tiene nunca acabar, originando la frase ya conocida de “mochasueldos”.
Pero, ¿qué hacer ante esta situación frecuente? En primer lugar, los ciudadanos que postulan al Congreso no deben regalar nada de nada e informar claramente lo que puede y no puede hacer un parlamentario. En segundo lugar, establecer en el reglamento del Congreso que los parlamentarios están prohibidos bajo sanción ética de una legislatura anual y ser reemplazado por su accesitario, de recibir y hacer cualquier tipo de donaciones, sea cual fuere su origen, inclusive desastres naturales, ya que eso no es trabajo de los parlamentario, sino del Poder Ejecutivo. Si bien, este extremo es duro, pero lo creo necesario dada la crisis que atraviesa el Congreso.
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