¿Y la reconstrucción, para cuándo?
Piura es una región de personas amigables y pacíficas, pero los ciudadanos están muy molestos, hartos de que las riquezas que producen en gas, petróleo, pesca, agroindustria, actividad portuaria y un largo etcétera –que se convierte en activos para el presupuesto nacional– no se traduzcan en obras de reconstrucción.
Este 27 de marzo se llevó a cabo en Piura, un acto cívico convocado por “Vigilia Ciudadana”, con una participación multitudinaria de todos los sectores, casi nunca vista. Fue una marcha pacífica alrededor de la ribera del río, porque los piuranos quieren vivir “en armonía con el río”, enfrentando con obras inteligentes de ingeniería las consecuencias de los recurrentes fenómenos fluviales.
El acto se inició con el tañido de las campanas de todas las iglesias y el ulular de las sirenas; la gran cantidad de personas, apostadas en ambos márgenes del río, formaron verdaderas cadenas humanas, agitaban banderolas y se pasaban banderas de Piura de mano en mano. El arzobispo de Piura, monseñor José Antonio Eguren, oró por las víctimas de los distintos eventos fluviales, como por aquellos que murieron al caer el puente Bolognesi, en 1998.
Dos son las megaobras que siempre ha esperado Piura: el Plan Integral del Manejo del Río Piura y el Plan del Drenaje Pluvial para todas las ciudades. Pero sobre todo, Piura pide a gritos la acción del gobierno nacional, el gobierno regional y los gobiernos locales para que juntos –y no poniéndose obstáculos unos a otros– emprendan estos trabajos de manera urgente, coordinada, técnica y sin parar.
Han pasado dos años del último desastre pluvial y los pobladores de la región, damnificados por las inundaciones, siguen viviendo en carpas o módulos sobre el ardiente arenal del bosque seco piurano. Sufriendo las altas temperaturas que pasan los 40 grados, sin agua, sin desagües, sin luz, cocinando con leña y expuestos a todo tipo de peligros de salud, como también a los asaltos de los delincuentes.
Las ciudades más grandes soportan el hedor de los desagües que afloran, como el polvo contaminado que emanan del tránsito, sobre pistas destruidas y con huecos que, cada vez, se hacen más grandes. Los mercados están en condiciones deplorables.
El gobierno nacional acaba de nombrar a una nueva autoridad para la “Reconstrucción con Cambios”, Nelson Chui, es el tercero en dos años. Se han probado con personas del sector privado y del sector público, pero las acciones se traban, ¿por arte del mal entendimiento y la burocracia o por la mala voluntad política? No sabemos, lo cierto es que no se avanza y en Piura la gente se siente “abandonada y burlada”, con promesas incumplidas y obras paralizadas o mal hechas. No dudamos que es igual en las demás regiones afectadas.
Los piuranos dicen que muchos se han vuelto ricos “removiendo tierra” en las márgenes del río, “son empresas que siguen interesadas en que la reconstrucción no se realice de manera integral”. Habría que investigarlo, pero mientras tanto, los damnificados del Bajo Piura siguen viviendo en los ardientes arenales, entre los kilómetros 970 y 977 de la Panamericana.
El presidente del Consejo de Ministros ha viajado por segunda vez a Piura, como lo hizo el Presidente de la República al volver de las cortes de España. Los piuranos exigen obras, porque están demasiado hartos de las breves visitas de altas autoridades del Ejecutivo con promesas que no se cumplen.