¿Y el principismo y el pragmatismo de nuestra política exterior sobre Marruecos?
En su reciente Mensaje a la Nación por el 202° aniversario de nuestra Independencia Nacional, la presidenta, Dina Boluarte Zegarra, dijo ante la Representación Nacional, que la política exterior del Perú, que ella dirige conforme la Constitución de 1993 (Art. 118 inciso 11), es principista y pragmática, por lo que, entonces, pensando en los elevados intereses del Estado peruano, pregunto abiertamente, ¿por qué razón hasta ahora no se ha decidido la normalización de nuestra estrecha vinculación diplomática de siempre con Marruecos, poderoso e influyente país árabe del norte de África en la actual política internacional del Medio Oriente y de la Unión Europea? No es que no la tengamos ni que se encuentre reducida a una embajada con un encargado de negocios como sí pasa con Colombia o México. Nada de eso.
Pero tampoco podemos tapar el Sol con un dedo para desconocer que se encuentran enfriadas y que así sea es completa responsabilidad del Perú. Pero, entonces, ¿cómo normalizarlas siendo principistas y con pragmatismo? Pues al cabo de casi 8 meses de gobierno, la presidenta Boluarte debería decidir volver al Comunicado Oficial N° 004-22 del ministerio de Relaciones Exteriores, del 18 de agosto de 2022, por el cual “al no existir hasta la fecha una relación bilateral efectiva, el Gobierno de la República del Perú decide retirar el reconocimiento a la República Árabe Saharaui Democrática y rompe toda relación con esta entidad”.
Precisamente, la marcha atrás del expresidente Pedro Castillo, que motivo mi renuncia irrevocable al cargo de canciller del Perú, nos volvió a la vergonzosa reactivación de relaciones con la RASD que ejecutaron y mantuvieron mis antecesores, Óscar Maúrtua y César Landa, respectivamente, llevando al país, sin que les importe, al precipicio, lejos del derecho internacional, pues la referida RASD no existe jurídicamente como Estado ni cuenta con reconocimiento internacional por las Naciones Unidas.
Ser principista y pragmático define la naturaleza del estadista y es lo que debo recordar a la presidenta Boluarte. La RASD es la creación deliberada del Polisario, que a su vez cuenta con todos los apoyos de Argelia, el verdadero y mayor conspirador contra Marruecos que anhela su cualidad geopolítica marítimo-atlántica que no tiene y que ambos –Polisario y Argelia– buscan con insistencia un referéndum que, totalmente controlado, ya sabemos que producirá un resultado manipulado y, que además, reteniendo a cerca 30 mil saharauis en Tinduf, exigen para éstos la extraña calificación de refugiados y no solo no permiten que ingrese el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR, sino que los retienen en un acto de condenable secuestro. No olvidemos que Marruecos –hoy es el 24° aniversario de la entronización de Su Majestad, el Rey Mohammed VI–, viene recibiendo cada vez más reconocimientos por parte de la comunidad internacional de su soberanía sobre el Sahara Occidental. Estados Unidos, España e Israel, países relevantes de las relaciones internacionales, son los más recientes.
Es una completa locura dispararnos a los pies. Cada día que pasa y seguimos manteniendo el absurdo reconocimiento de la RASD, nadamos a contracorriente, no solo contra los elevados intereses del Perú, que ya serían suficientes, sino del derecho internacional que asiste a Marruecos y que todo el tiempo viene proponiendo la autonomía administrativa saharaui, que ha sido considerada como una propuesta seria, realista y creíble. Presidenta Boluarte: ¡Dé el paso!
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