¿Y el oro ODB-Graña?
Una respuesta que le debe al Perú el equipo especial Lava Jato, con sus fiscales exhibicionistas el hoy suspendido Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez Gómez, es la ruta de la fortuna robada por Marcelito Odebrecht y su principal socio en el Perú, José Graña M.Q.
Como escribió ayer Luis García Miró, nadie conoce el Acuerdo con Odebrecht: “ni el presidente de la República, tampoco los presidentes de los poderes Judicial y Legislativo; ni tampoco funcionario alguno de alto nivel del Estado peruano, conoce qué pactaron con Odebrecht los fiscaletes. Sin embargo, lo que aparece escrito y firmado en ese convenido secreto (¿?) será lo que los jueces de primera y segunda instancia –e incluso la corte Suprema– validarán como sentencia final. Vale decir, Vela y Pérez habrían actuado como fiscales; jueces y parte de la empresa que, con sus asociadas peruanas, le robaron a nuestro Estado no menos de US$ 20 mil millones”.
La recuperación de esos veinte mil millones de dólares son clave en la investigación y persecución de la corrupción. En un caso de la dimensión de Lava Jato, con sobornos a políticos y gigantescos sobrecostos en obras públicas, seguir la ruta del dinero es fundamental para recuperar los fondos.
Pero parece no importar. José Graña fue condenado a nada y le cobraron una miseria por robarse con sus amigues de ODB, el equivalente del 10% del PBI de 2019, y esto es, hasta dónde sabemos.
A los fiscales les importó un comino recuperar esos activos, lo que despierta suspicacias sobre la efectividad y exhaustividad de la capacidad de ese equipo del mal. Es importante recuperar activos en casos de corrupción para garantizar la rendición de cuentas y la justicia.
Es inexplicable la aceptación de Graña M.Q. como delator, pues mintió reiteradamente ante los fiscales, jueces y el Congreso, en la Comisión Investigadora Lava Jato, presidida por la abogada y política Rosa Bartra.
Solo después de pasar unos pocos días en prisión preventiva, más asustado que cucaracha en gallinero, Graña ofreció ser delator. Su aceptación tomó tiempo debido al rabo de mentiras que carga, como afirmar en el Congreso que no conocía a Martín Vizcarra, cuando fue su apoderado en Moquegua para la IIRSA Sur, un asunto que le vino a la memoria cuando el entonces congresista Víctor Andrés “Vitocho” García Belaunde, se lo hizo recordar.
Aceptar a un colaborador eficaz depende de factores como la veracidad de la información que pueda proporcionar y su cooperación con la justicia. Graña nunca colaboró con la justicia y, además, mintió a las autoridades sin que se le subiera la sangre a la cara.
El mentiroso y ladrón fue considerado confiable y hasta ahora se ha salido con la suya. Veremos si llega la justicia para los brasileños y al señorito, mientras que el periodista Mauricio Fernandini sufre prisión preventiva por sentarse en su casa con quien no debió. Un país de cabeza.
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