Volviendo al pasado tenebroso
Ayer, a media tarde, en circunstancias de haber recibido atención médica ambulatoria y requerir se agende la toma de dos ecografías, me doy con la súbita suspensión en las actividades del establecimiento de salud, y el cierre de sus puertas, por razones “del paro”.
Esta situación me hizo recordar, con toda nitidez, similares interrupciones en el curso de la vida de quienes en aquella época, salir para ir a estudiar, trabajar o hacer compras, era una aventura de la que podría no regresarse. O cuando familias y poblaciones enteras se veían obligadas a no salir de sus casas porque las organizaciones terroristas, Sendero Luminoso y el MRTA, habían declarado “paro armado”.
Desde hace casi una semana los transportistas de carga han venido paralizando sus actividades, ante la inacción e incluso incumplimiento de compromisos asumidos por el gobierno cuando en noviembre de 2021 se perfiló similar medida. Reclaman los transportistas por la importante alza en los combustibles ocurrida en los últimos meses, la misma que tiene impacto inmediato en el precio de los fletes y de todos los productos transportados, sobre todo alimentos y materias primas en general, sin que el P. Castillo y su gobierno hayan tenido la diligencia de tomar medidas inmediatas –que la Constitución, Art. 118 inc. 19, le permite expresamente- para enfrentar esa coyuntura económico-financiera de dificultad, siendo que, además, el alza del precio de los combustibles beneficia al Estado directamente al ser éstos gravados con significativos impuestos.
Más allá del riesgo que siempre existe de que en las protestas sociales se infiltren grupos extremistas y hasta de delincuentes comunes, que busquen generar violencia y caos y lucrar del vandalismo producido, en el caso concreto no cabe duda que la violencia que viene acompañando a las paralizaciones y protestas, con el saldo lamentable de cuatro fallecidos en Junín, no es espontánea y que estaría siendo exacerbada y alimentada desde el propio gobierno.
Basta recordar la acreditación como embajador de Cuba en Perú, desde fines de diciembre último, del “gallo” Zamora, un militar de alta graduación en su país, lo mismo que su cónyuge, señalados de promover asonadas en Bolivia luego de la renuncia de Evo Morales el 2019.
Asimismo, notar la inercia inexcusable del mismo P. Castillo, dedicado a inaugurar eventos deportivos y repartir títulos de propiedad que podían ser tarea de algún ministro, a lo que se agrega la puesta en el tapete, nuevamente, por parte de los dirigentes de partido oficialista de las monsergas de la asamblea constituyente y una nueva constitución.
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