Vizcarra ‘posmoderno’
Martín Vizcarra torció la Constitución a su antojo para disolver el Congreso. Si cerrar el Poder Legislativo no es un Golpe de Estado, ¿qué vendría a ser? Vizcarra perpetró ese golpe para deshacerse de un poder compuesto por una amplia oposición democrática, incómoda y fiscalizadora. Si esto no lo convierte en dictador, qué es, ¿un dictablando? Si los comunistas, socialistas y caviares celebran el quiebre constitucional, ¿no será porque les permitirá traerse abajo el libre mercado? Si nos ceñimos estrictamente a la teoría del filósofo y politólogo estadounidense Gene Sharp estaríamos ante un golpe ‘suave’ o ‘blando’. En su libro “De la Dictadura a la Democracia”, Sharp menciona cinco pasos para provocar golpes blandos: ablandamiento; deslegitimación; calentamiento de calle; combinación de formas de lucha y fractura institucional. Paradójicamente los gestores del golpe Vizcarrista aplicaron eso para robarnos la democracia, le sumaron buena parte de la receta del manual castro-chavista y algo del posmodernismo, es decir un menjunje de ideas para hacerse del poder total.
El posmodernismo surgió como movimiento artístico, cultural, literario y filosófico en los años setenta del siglo pasado, reforzándose tras la destrucción del muro de Berlín y el fracaso de los regímenes comunistas de Europa del Este. “En la posmodernidad el individuo no se aferra a nada, no tiene verdades absolutas y sus opiniones experimentan rápidas modificaciones […] ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las personas en favor de actuar a modo de ideario colectivo como un proyecto histórico movilizador”, escribe Jesús Alexis González en la revista Analítica; y añade que la sociedad posmoderna ha mantenido durante medio siglo un “conflicto permanente con la razón, la racionalidad y las grandes ideologías políticas […] Al propio tiempo, la moral está igualmente fragmentada, y tras la pérdida de la fe en la verdad también se está desmembrando el criterio sobre el que se fundamenta la acción moral”. El vizcarrismo posmoderno simboliza, pues, la incoherencia y la renuncia a las ideas del progreso y la razón, de allí su estupidez esa de que “El crecimiento de un país no se basa solamente en la obra física, sino en los valores”, un desestimiento del progreso tangible. “Los nuevos políticos […] ya no creen en nada, sólo en mantener el poder para hacerse ricos [aunque deban] “, “aliarse con el diablo”, “abandonar las propias convicciones”, o “a los votantes”, escribió en 2006 Fernando Pérez Borbujo, en el diario español ‘Córdoba’.
Un ejemplo es el golpista Vizcarra aliado con los rojos, los rojos defendiendo a la corrupta Odebrecht. Nadie votó por Vizcarra y este recortar el periodo de los congresistas electos. Peligroso anticucho posmoderno con #BrisitaBolivariana.