¡Vizcarra nos ha traicionado!
Actuando como jefe de la sedición, reunido secretamente con las mentes atrabiliarias que mantienen Arequipa en abierto estado de rebelión, Martín Vizcarra confabuló con la dirigencia de una turbamulta antipatria para traicionar a las mayorías nacionales. Su objetivo: sepultar la esperanza del Perú de sobrevivir a base de explotar la minería, su –prácticamente única, verdadera– riqueza natural.
Más que semejante puñalada por la espalda nadie podría haber esperado de quien se hace llamar presidente del Perú. Y sin embargo, ocurrió tal cual. Nada menos que la víspera de Fiestas Patrias. Es decir, cuando la población se apestaba a celebrar 199 años como República. Una traición a todas luces incalificable perpetrada por un personaje opaco pero artero que funge de mandatario, mientras su verdadera ocupación es la de resquebrajar los cimientos del Estado de derecho y catapultar a la ultra izquierda para que logre capturar el poder.
Lo señalamos claramente en nuestro cometario de ayer, refiriéndonos a aquel neófito apellidado Vizcarra incapaz de gobernar democráticamente en un Estado de derecho. Un individuo avezado en actuar bajo el precinto del autoritarismo. Como lo grafica su campaña golpista de chantajear al Congreso, amenazándolo con su clausura si no legisla según el dictado de su gobierno y en los tiempos que él le imponga. Esto, amable lector, es tiranía disfrazada de democracia sudaca. Esto hizo, exactamente, el opresor Chávez en Venezuela.
Ese mismo mecanismo traicionero lo aplica Martín Vizcarra para proteger a Odebrecht bajo la falacia de luchar contra la corrupción. Después de meses de esconder el pacto artero –y secreto– firmado por sus sicarios en la fiscalía, Domingo Pérez y Rafael Vela, el país se entera por filtraciones que el acuerdo de marras concede todo a Odebrecht y deja en descubierto a nuestro Estado so pretexto de “conocer la verdad”. Una verdad más falsa que el propio Vizcarra. Porque sólo existe en el imaginario de los cómplices de este operativo contra la nación. Pero hay más. Desde el viernes circula un audio que revela el nivel de alevosía que transpira Martín Vizcarra.
Se le escucha complotar con los insurgentes antimineros arequipeños para cancelar el proyecto Tía María. “Lo que yo puedo comprometerme aquí, sabiendo cuál es mi posición que transparente y abiertamente la he dicho, es buscar alternativas de solución.
No podría salir ahorita y decir voy a cancelar. ¿Bajo qué argumento? Tengo que preparar el argumento (…) Creo que sería bueno invitar a la población a que hagan filas (¿?) y ver qué pasa (…) Hay que buscarle la forma (…) Si no hay las condiciones, si hay irregularidades que ustedes conocen que se han cometido (…) Nos ayuda que ustedes mismos hagan el sustento (para cancelar la licencia de Tía María)”. Vale decir, el presidente implora a los huelguistas antimineros que lo ayuden soliviantando a las masas y brindándole el sustento para acabar con la minería peruana. ¿Dónde se ha visto semejante felonía, sinvergüencería de un mandatario? Vizcarra no debe continuar un minuto más en la presidencia del Perú. Esta absolutamente descalificado. Moral y vocacionalmente.