Vizcarra nos escora hacia el velasquismo
Los vizcarristas –que son muchos en las clases altas y fundamentalmente en el mundo del empresariado, al menos hasta ahora– son los grandes responsables de la debacle sociopolítica que ya se cierne sobre el Perú. Cegados por la prestidigitación generada a raíz de la elección de Kuczynski –alucinando que duplicarían sus patrimonios con un régimen amigo– no vacilan en seguir apoyando al golpista Vizcarra so pretexto que “no hay nadie más” para gobernar hasta el 28 de julio de 2019 y “porque, además, no es malo”. La miopía congénita del sector A peruano constituye la razón de ser de la inestabilidad que registra nuestra historia republicana. Igual ocurrió con el dictador Velasco, a quien apoyó sin retacear. Opuesto a la frustración que le produjo el fiasco electoral que acabó con la pretensión vargasllosiana de hacerse de la presidencia. Siempre a contramano de la realidad, este segmento social ha aprobado sin vacilar las sugerencias de Vargas Llosa para destronar al fujimorismo y el aprismo. Las únicas agrupaciones políticas que siempre plantan cara al socialismo, progresismo, comunismo o como quiera llamársele a esta lacra roja acostumbrada a pulverizar nuestra economía para cosechar apoyos populares. Los apadrinados por Vargas Llosa, para que no lo olvide la clase A peruana, son Toledo, Humala, Kuczynski, Vizcarra. Todos imputados por la Justicia, acusados de corrupción. Sin embargo ahí siguen pululando felices los impresentables portavoces de esta, cuando menos, desmemoriada plutocracia peruana que, entusiasmada, aplaudió a los postulantes seleccionados por Vargas Llosa, votando sumisamente por ellos. Los apadrinados por Vargas Llosa prometieron quimeras y demagogia. Y aprovecharon el pánico para gobernar robándole al Perú, enriqueciéndose personalmente y generando una crisis socioeconómica de pronóstico reservado. Pero aquí no queda semejante desastre producido por los ahijados de Vargas Llosa. Resulta que ahora el heredero de Kuczynski –el tristemente célebre Martín Vizcarra– propone una solución chavista para superar su comprobada inutilidad como gobernante, y su temeridad como “estratega político” tras sumergirse en el fango del golpismo. Recordemos. Vizcarra propone cerrar el Congreso, poder del Estado al cual culpa vergonzantemente de su personal necedad. Pero hay más. Vicente Zeballos, predilecto ministro del peligroso régimen Vizcarra, abrió ayer una compuerta de corte netamente chavista o velasquista. Haciéndose eco de un reiterativo reclamo de la izquierda y los antisistema, este oficialista afiebrado ha dado la largada a un debate nacional para “modificar el Régimen Económico de la Constitución para ampliar la participación del Estado en empresas estratégicas mineras, en líneas de aviación y en servicios públicos”. Aquello equivale a dinamitar el dique que propiciara el milagro peruano que nos permitió salir del caos que sembró el socialismo criollo durante un cuarto de siglo. Caos que desembocó en la quiebra nacional acompañada del peor terrorismo mundial de los últimos tiempos.
El culpable del nubarrón que se nos aproxima tiene nombre y apellido: Mario Varga Llosa. También cómplices incalificables, como parte de la clase A, del empresariado, y sin duda la nadería de la derecha local. Finalmente, operadores corruptos como Toledo, Humala, Kuczynski y –hasta ahora en capilla– Vizcarra.